Flores adornando el carro de la festejada.
El vestido que refleje la personalidad de la señorita que será presentada en sociedad.
Los nervios por la fiesta, el banquete, la coreografía ensayada por meses y demás detalles del evento tan esperado por muchas adolescentes…
Todo eso lo conocemos quienes hayamos pasado por eso en carne propia o tengamos familiares adolescentes que hayan resuelto festejar esta fecha tan especial. Y aunque aún existan jovencitas que prefieran disfrutar de un evento tan especial con familiares y amigos, en un día donde alcanzan el sueño máximo de sentirse princesas, otras más lo intercambian por un viaje, dinero o incluso un automóvil.
Lo cierto es que el festejo de XV años es único en México; sus elementos y la manera de llevarlo a cabo se conoce poco en el resto de Latinoamérica, mientras que en otros países suele pasar desapercibido.
Estados Unidos celebra los 16 años de las jóvenes al estilo norteamericano, símbolo de la llegada de una edad importante donde obtienen la licencia de conducir y comienzan a ser responsables ante la ley de sus actos. A los 16, un joven norteamericano obtiene más responsabilidades que son parte de su transición a la vida adulta.
Pero en México, resulta un equilibrio entre lo religioso y lo festivo… Aunque en sus orígenes, el objetivo haya sido demasiado alejado de la realidad de estos tiempos…
Presentación en sociedad… y ofrecimiento al matrimonio.
La historia del origen de esta celebración tiene diversas aristas, pero la más probable es aquella que proviene de las culturas precolombinas como la azteca y la maya, que realizaban rituales de pubertad, para indicar que la chica estaba entrando a la etapa adulta, que dejaba de ser tratada como una niña para pasar a ser propiedad de un hombre, reproducirse y formar una familia.
Cuando las jóvenes llegaban a esta edad, eran mandadas al Telpochcalli, donde se les impartían clases de cultura, historia y tradiciones, pues también era una forma de prepararlas para el matrimonio. Al terminar este periodo, volvían con sus familias para realizar la celebración.
Sin embargo, ante la llegada y conquista de los españoles, también se dio una violenta imposición del pensamiento católico, la cual fue inevitable y terminó por fusionar las tradiciones indígenas con las católicas, pero la fiesta de XV años nunca pudo unificarse por completo. La iglesia insistió siempre en destruir la tradición, pero el pueblo continuó estas prácticas con sus hijas.
Con el paso del tiempo, las costumbres terminaron por mezclarse con el catolicismo, y más tarde, en el siglo XIX, el emperador de México, Maximiliano y su esposa Carlota introdujeron el vals y los vestidos amplios y glamorosos a este festejo.
De esta manera, vemos que las fiestas latinas tienen relación con el continente europeo, pues era costumbre entre las familias acomodadas de la Nueva España, el invitar a familiares y amigos con jóvenes de la misma edad a la presentación en sociedad de la quinceañera, con el fin de escoger un buen partido para contraer matrimonio. Eso sí, la joven debía ser pura y casta, de lo contrario, su honra estaba destruida y ni pensar en celebrarle este tipo de fiesta. Vamos pues, el joven privilegiado en obtener su mano, era quien la “estrenaba”.
Con estas uniones llenas de interés, se creaban lazos entre familias poderosas, asegurando una lealtad en los negocios y una descendencia que debía mantenerse en la clase alta. La fiesta no era más que un pretexto para conseguir o mantener un excelente estatus social.
Como es de esperarse, la felicidad de la chica era lo que menos importaba; por lo que nunca faltaron casos de escapes o fugas con el verdadero amor de la joven, antes de ser obligadas a casarse o a seguir en un matrimonio donde no les esperaba más que desgracia. Además, el marido o pretendiente no siempre tenía la misma edad que la adolescente…
El momento para sentirse princesa.
Afortunadamente, el verdadero propósito de este festejo ha ido evolucionando con el tiempo, hasta dar paso a una celebración llena de gozo y alegría tanto para la quinceañera, sus familiares y amigos más cercanos, quienes pasan un agradable rato que se divide en una celebración católica y la fiesta después de ésta.
De igual manera, persisten algunas tradiciones a la hora del festejo, que suele ser en un salón o jardín: el cambio de zapato a zapatilla, la coronación para la más pequeña de la casa, la última muñeca, el vals con los chambelanes y su padre, entre muchas otras que varían de acuerdo a la región.
Pero también es cierto que en una era tecnológica y globalizada, la creatividad está a la orden del día, y conforme pasa el tiempo, los festejos albergan más y más sorpresas: se puede ver a la quinceañera realizando la coreografía de una música moderna, la espera para abarrotar las llamadas “mesas de dulces” y los cientos de accesorios que se dan a la hora del baile, así como los animadores que participan en él.
Una velada que para cualquier joven, resulta inolvidable.
El debate feminista.
A pesar del significado que hoy en día tienen los XV años, su concepto ha sido muy criticado por algunos grupos feministas y defensores de los derechos de la mujer, quienes argumentan que el festejo reafirma a la mujer como un objeto sexual, y de promover los valores de obediencia y moderación, pues la mayoría de los consejos que reciben por parte de los sacerdotes, padres y padrinos giran en torno a “los peligros” de comportarse de forma independiente y al ejercer su sexualidad, contrario a lo que se les dice a los hombres, donde generalmente se promueven y aprueban estas conductas.
Es de esperarse que dicho debate se torne eterno, con pros y contras de ambas partes. Lo que es casi seguro, es que esta celebración evolucione con el paso del tiempo; me atrevo a asegurar que permanecerá a lo largo de los años, con los cambios propios de las tecnologías y las modas surgidas.
Mientras tanto, para algunas jovencitas que comienzan a acercarse a esta etapa, seguirá siendo un sueño y anhelo el llegar al salón con un largo vestido, del brazo de sus padres y entre globos, luces de colores, música y aplausos, recibir una de las etapas más bonitas de todas: la juventud.
Empieza la aventura de la vida…