Umberto Eco: Magia y Comunicación
Por: José Ignacio Dávila Álvarez/Ida y Vuelta/San Luis Potosí, S.L.P. (México)
Marzo 30,2016.- Me parece que al celebre autor italiano Umberto Eco, leerlo y releerlo es el mejor homenaje que le podemos dar ahora que ya no está, ahora que ya se ha ido.
La noticia de su muerte el diecinueve de febrero de este año, me sorprendió hojeando su último libro Número Cero. Eco fue referente obligado y de estricto aprendizaje en mis agitados años de universitario, en los de hoy.
El nombre de la rosa, fue la novela que lo encumbró. Doctorado en filosofía y experto en comunicación, el filósofo sigue vivo por mucho. Semiótico amplio.
Ironía
El teléfono celular y la reina malvada, es uno de sus artículos que leí recientemente. Exhibe con exquisita categoría los rasgos que matizaron su vasta obra: ciencia, misterio, fe, dogma, milagro, magia. Filósofo rico, Aportó.
Fiel a sus ideas abiertas, Umberto Eco delata su rechazo a una cultura encajada en la banalidad, una cultura simulada y quieta. Y en ella aparece la obsesión desmedida por el teléfono celular. La reina malvada es él. Irónico.
El ensayista pide tan solo un instante de claridad, uno para darnos cuenta el frenesí tecnológico en el que hemos caído casi todos. Abismal, despersonalizado.
El celular y sus contagios perniciosos, tiene ahora un papel relevante mientras nosotros dejamos pasar gran parte de la vida consumiendo con gula diálogos a través de él, si acaso lo son.
Tres deseos
Y hemos arreglado las cosas para lograr uno de los tres deseos que la humanidad ha perseguido y que solo la magia pudo hacer; la inmediatez de la comunicación. Celular en turno.
El primero de los deseos: volar, volar sin avión, volar agitando los brazos. El segundo: dañar. Afectar con una especie de vudú. El último: comunicarnos a la brevedad, sin medida.
¿Y por qué la gente se ha inclinado tanto hacia las prácticas mágicas a lo largo de los siglos? A la promesa, a la prisa, a la cura inmediata de la enfermedad, por ejemplo. Cuestiona Eco.
La fe en la magia no se diluyó con el advenimiento de la ciencia. No, eso no. Nuestro deseo de inmediatez simplemente se transfirió a la tecnología, apunta de cierto modo el afamado novelista.
El teléfono celular juega entonces ese papel. Y lo hace en conveniencia tecnológica agregada al pensamiento mágico. Una alianza ligada a la esperanza religiosa que ponemos en la acción pronta del milagro. Así.
El autor
Y es justo aquí, donde el comunicador italiano traza su postura científica al parejo con el dogmatismo, con lo concebible pero incomprensible, con la fe, con el milagro, con la magia. Seduce, atrapa, turba.
Pienso finalmente que en el fondo Umberto Eco advirtió el milagro de la telefonía celular, un milagro que no demoró. Y ese oscuro deseo ahora lo tenemos, malgastando la vida. Y así la vamos viviendo y así la estamos dejando ir. ¿Actuar, cambiar? Ya.