“Sé que no establecimos un compromiso desde el principio; que las circunstancias y la manera en que coincidimos por vez primera no daban la pauta a nada serio, ¿Y cómo iba a serlo, habiéndonos conocido sin estar en nuestros 5 sentidos? Pero a pesar de todo, sentimos una conexión que tampoco pudimos negar… Somos tercos y tomamos el riesgo; nos tomamos el uno al otro sin pensar en cómo pudiera terminar.
Primero fuiste tú el que confirmó que no nos pertenecíamos… Me veías a ratos y tu mano se entrelazaba a la mía y a muchas otras… No te voy a mentir, lloré un par de veces por eso, en ocasiones en tu presencia, mientras tú me reiterabas que esto no era un ‘nosotros’.
Mi ingenuidad se apagó el día que yo hice lo mismo. El día que encontré a alguien con quien pasé un momento de esos donde se dijeron las palabras justas y la ropa a final de cuentas salió sobrando.
Entonces los papeles se voltearon y comprendí que era un juego peligroso cuando explotaste al enterarte; intentamos terminar antes de volver a hacernos daño, pero yo creí que íbamos a respetarnos. Y que seríamos exclusivos.
El tiempo que pasamos juntos a partir de ese momento se convirtió en algo que me hizo ser tuya. Las salidas, los abrazos, los besos y las caricias que me dabas… creí que eran solo para mí.
Pero seguíamos sin tener un ‘nosotros’.
Ahora… Sé que existe alguien más, que busca tu amor y que es algo normal; que estás en tu derecho, y no lo puedo evitar.”
Escribí las últimas líneas con un dolor y enojo que me subieron hasta los ojos e hizo que me ardieran sin que pudieran caer las lágrimas. Doblé la hoja y tomé el otro paquete que debía entregar esa tarde. Salí de la casa con dos direcciones como destino.
No toqué a tu puerta, solamente pasé el sobre por debajo de ella. Me levanté y acomodé el moño del siguiente paquete, que terminó en otra puerta que tampoco toqué, pero que minutos después se abrió… Observé a lo lejos detenidamente lo diferente que era de mí. Su cabello rojizo, su blanca tez y una sonrisa que desapareció junto con la caja que levantó del suelo.
Entonces esperé… de pie, en la acera de enfrente, con el aire otoñal impactando en mi piel y ayudando a contener las lágrimas que pensé no volverían a caer. A mi mente llegaron agolpados todos tus recuerdos, esos que no pensé que fueran a doler.
Tenía los ojos cerrados cuando los abrí de golpe; volví a verla mientras salía de la casa. En cuanto llegó a la banqueta volvió a sonreír, porque ya estabas ahí… Corrió hacia tus brazos, que la esperaban abiertos y te dio un beso que bien pudo ser mío.
Pero no la beses como a mí– tarareé- No la acaricies como a mí.
Me acerqué un poco hacia ustedes. No me viste, pero al besar su cuello noté cómo aspirabas el perfume que yo había puesto en su puerta momentos antes. Un perfume que escogiste para que fuera sólo mío… te alejaste de ella, sorprendido y entonces detuviste tu mirada en mí, mientras yo murmuraba las palabras con las que terminé la carta que dejé bajo tu puerta…
Por tu bien lo digo, porque si lo haces… Te vas a acordar de mí.
Por si lo haces… muy bien, excelente… que agradable “cuentito” Diana!!! Sólo por si lo haces te vas a acordar de mi. Has aprendido a salirte de tu persona para hacer un relato muy tuyo y a la vez muy nuestro y tan divertido. Gracias Dianita!
¡Muchas gracias Orqui! El espacio que me das oportunidad de explotar en la Revista lo agradezco enormemente.
Revista Elite es para desarrollo de quienes buscan expresar su pasión por la escritura Diana, verte crecer a tí, a Ghisss, Vane, Toño es mi mayor alegría y satisfacción. Esta siempre será su casa editora