Y nuestro Dios, un día, después de un proceso de restauración usó el Espíritu, la palabra y la luz para crear vida separando la luz de las tinieblas para distinguir el día de la noche.
En un segundo día, uso el Espíritu, la palabra y la luz para poder diferenciarla de las tinieblas y separar las cosas de Él y las cosas del mundo.
Así como Dios, nosotros sus hijos, necesitamos distinguir la luz de las tinieblas, la vida de la muerte y separar los celestial de lo terrenal para obtener vida. Génesis 1: 4 al 8
Al tercer día surge la tierra seca y como nuevo resplandor, genera la vida vegetal, animal y humana. Aquí nos muestra un resurgimiento de vida como producto de la tierra y la vida divina como producto únicamente de todas las riquezas que proceden de Cristo quien resucita al tercer día y nos genera vida.
Sólo en Cristo nosotros podemos tener una vida adicional que es la vida divina.
Antes teníamos la vida humana que nos engendraron nuestros padres dándonos sus genes, su herencia, su educación, pero ahora en Cristo, somos hijos engendrados de Dios, quien nos da su vida y su naturaleza, sus genes, su herencia, y nos capacita para cumplir, su propósito.