Un mundo sin rumbo

Pareciera que no hay esperanza en esta tierra para el hombre que incluye, los reinos vegetal y animal, así como su entorno: La naturaleza.

Un sin fin de teorías dan relevancia a la creación del hombre pero ninguna converge con el motivo real de nuestra existencia.

Cada teoría fundada por la imaginación del hombre justifica su subsistencia a través de las ciencias matemáticas, que cómo ciencias exactas deben proporcionar una respuesta, o el método científico que se basa en la experimentación o tal vez, la astrología, o la filosofía en el cual el pensamiento humano ha deambulado por tantos siglos poniendo a cavilar su mente con el fin de tener una percepción directa de la realidad, como darse cuenta de los vínculos existentes entre todos los seres y su participación en este dinamismo.

Pero una característica del hombre de hoy, es que ha dejado de reconocerse como fuente de saber, identificándose cada vez más con la racionalidad y la abstracción que lo hacen ver distante de la naturaleza, incapacitándolo de percibirla, como ser vivo.

La “conciencia humana” en esta era contemporánea, necesita redefinir sus relaciones con respecto al yo interno, su espíritu y la percepción de sus sentidos, dibujando propuestas de acción y reflexión.

La integridad es un atributo divino imbuido en la conciencia humana siendo un valor que conocían las culturas antiguas y que se le otorga a la Sabiduría.

No se trata de estar en un entorno de espiritualidad como le llaman algunos así, filósofos o metafísicos, sino estar claros de que tenemos un espíritu humano, el cual nos hace conscientes de Dios y nos relaciona con Él. No es un asunto de tener un racionalismo en base a conceptos de progreso donde el dominante es la ciencia moderna y la tecnología y donde sus principios se basan en dualidad, fragmentación y linealidad.

Si el hombre tiene la sabiduría de Dios como la fuente que riega para vida, al Hijo como el canal y al Espíritu que fluye como la circulación, éste será revitalizado para armonizarse en su entorno y el mismo será restituido de una manera automática.

En su análisis, el hombre siempre tiene la necesidad de tener un propósito en su vida y uno de sus deseos es conocer este propósito participando de su cumplimiento. Si no lo conoce no halla descanso.

Muchas veces mirando hacia el firmamento…

Salmos 8:3-4 Cuando veo los cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tu formaste, digo:
¿Que es el hombre, para que tengas de él memoria. y el hijo del hombre para que lo visites?

Desde la eternidad pasada Dios tenía un beneplácito, un deseo en su corazón. Dios anhelaba unirse a nosotros para llenarnos consigo mismo y expresarse por medio de nosotros y hasta que este propósito no se cumpla, Su corazón no descansará. Dios creó al hombre para que llevara a cabo dicho fin y éste será satisfecho hasta que cumpla este deseo del corazón de Dios.

Aunque una persona obstinada da mil excusas, en su corazón sabe que Dios existe. Cuando el hombre esta entre la vida y la muerte, ¿clama a Dios!. Lo sabemos porque hay un lugar para Dios en nosotros mismos que demuestra que Dios existe.

Existen tres tipos de grupos de personas en el mundo: Los ateos que niegan la existencia de Dios, los Agnósticos quienes no se atreven a decir que Dios no existe y los creyentes quienes tienen la certeza de que existe en realidad.

La realidad es que nadie está calificado para decir que Dios no existe.

Todas las personas serias sólo tienen dos explicaciones del origen del universo.

1. El universo llegó a existir por evolución natural y por interacción.
2. A un ser personificado con intelecto y propósito.

En el Antiguo Testamento Salmos 14:1 “Dice el necio en su corazón no hay Dios”.
En el Nuevo Testamento Hebreos 11:7 “…Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que exista…”

¿De dónde provino el universo?

Todo lo que existe por accidente es desorganizado y todo lo que se forma por accidente sólo puede integrarse parcialmente, nunca totalmente. Esto quiere decir que los eventos casuales no armonizan, son irregulares, inconstantes y no tienen ni propósito ni sentido.

El ser humano es preservado en el vientre de su madre durante nueve meses, luego nace, crece y muere. Los astros siguen órbitas definidas y están organizados. Son consistentes y llenos de propósito.

Los microorganismos tienen un orden y una función: El universo con su aspecto astronómico y su aspecto microscópico están llenos de propósito y significado.

Dios existe por el orden de todas las cosas aunque no lo veamos, porque todo en la naturaleza tiene un equilibrio.

Nunca el universo podría haber sido hecho al azar.

Todo deseo del corazón tiene que ver con el origen de un objeto real. (No puedes desear algo que no conoces) Dios existe en nuestro corazón, por tanto, En lo profundo de cada persona hay un anhelo de Dios por el simple hecho de ser hombres. Así que si nuestro ser necesita un Dios, evidentemente debe existir un Dios. Si Él no existiera, no tendríamos ese anhelo en nuestro corazón. No sería lógico tener un lugar para Dios y no tener a Dios.

Después de considerar la naturaleza y el universo dentro del interior del hombre como partes que se relacionan entre sí, percibimos que nuestra vida tiene un sentido constante de vanidad pero hemos sido creados para participar en el propósito eterno de Dios. Somos tan similares y el está tan disponible a nosotros como el Espíritu que nos vivifica.

La única manera de recibir este Espíritu vivificante es creyendo en su hijo como el Señor quien resucitó de los muertos para traer la regeneración a nosotros, la reconciliación con Dios, la justificación de pecados, el alimento que nutre, la bebida que sacia y el disfrute permanente y eterno que refresca, dándonos vida.

 

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