Cristo es la centralidad y universalidad de la Economía de Dios.
Al creer en Cristo, el se forma en nosotros para crecer plenamente impregnándose y saturando nuestro ser interior. esto permite que se haga una mezcla en la que Cristo hace su hogar en nosotros donde permanece, dándonos su poder divino que se instala una sola vez y para siempre trasmitiéndose continuamente para disfrutarle ricamente en la vida de Iglesia y en Su Cuerpo en plenitud. Esta continuidad se logra tomando a Cristo como nuestro vivir para que sea expresado en nuestro pensar como nuestra justicia, meta, virtudes, poder, secreto y nuestra expectativa.