Para que este reino pueda venir y sea manifestado, cada uno de nosotros debemos vivir la realidad del reino.
Al entrar Cristo en nuestro espíritu, Él nos gobierna desde nuestro interior pudiendo así experimentar justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
Necesitamos que la voluntad divina se haga en la tierra, trayendo la tierra al gobierno celestial. Entonces somos intersesores porque somos los que pedimos la voluntad del Padre.
Una oración modelo esta compuesta de tres partes:
-En el nombre de Dios.
-En el reino de Dios.
-En la voluntad de Dios.
Después será nuestra necesidad.
Vivir la realidad de Su reino equivale a pedir al Dios Triuno, nuestro rey, prevalezca en el cielo.
Orar sólo por el hoy implica el vivir por fe sustentados en la provisión de cada día.
En la oración debemos ocuparnos de nuestros fracasos personales, de la relación con los demás. Pedir por nuestros conciudadanos del reino para que sean libertados del enemigo de Dios teniendo conciencia de nuestra propia debilidad.
Este reino pertenece al Hijo y es la esfera en la que Dios ejerce su autoridad.
Poder orar así y levantar los ojos al cielo certifica que tenemos confianza en Él.
La medida del crecimiento se da conforme nosotros oramos, separándonos de todo aquello que nos distrae para estar en secreto con nuestro padre y así recibir instrucciones con el oído presto a escuchar Su voz.
Si no tenemos este tiempo con el Señor, sólo oiremos murmuraciones. Hombres no sujetos a Cristo y tampoco al cuerpo.
Juan 5:30 No puedo hacer nada por mi mismo, según oigo así juzgo…
Juan 7:18 El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, este es verdadero y o hay en él injusticia.