Un sentir de vida interior en el cual, da hambre y sed de algo superior, esta necesidad viene del Señor a nosotros porque anhela que salgamos del desierto a la buena tierra; del alma al espíritu.
Vivir nuestras experiencias de la cruz como riquezas de Cristo renueva nuestras fuerzas, profundiza nuestra capacidad de absorción y agranda nuestra fe.
Si expresamos éste Cristo maravilloso habrá un impacto en aquellos que vienen por la necesidad de luz, a sus ojos. ¡Cristo expresado!
Entonces todos escribiremos el rollo de lo que vemos, la morada de Dios que se reúne como Su Cuerpo en el Templo único, la realidad espiritual.
¿Cuál es la obra del ministerio?
Recobrar el testimonio apropiado de la iglesia: el Cuerpo de Cristo, “ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies”… Cada parte debe estar en coordinación, sirviendo, consagrados, teniendo todo en común. En realidad, la iglesia existe para dar testimonio de la Unidad, y no debe dividirse.
¿De qué depende realmente la iglesia?
Del Espíritu de resurrección el cual vivimos los creyentes, pues el único diseño para edificar el templo le fue revelado a David y la ejecución de ese diseño fue llevada a cabo en manos de Salomón.
Sí vemos sólo la doctrina escrita sin ser revelados por el Espíritu de resurrección, estamos infringiendo la ley de Dios, pues nuestra alma no está siendo quebrantada y muy fácilmente provocaremos contiendas, y nuestra persona es inadecuada.
Gálatas 6:17 De aquí en adelante nadie me cause molestias porque yo traigo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
Este Señor es tan precioso que nadie puede impedir disfrutarle, alabarle, bendecirle, absorberle y vivir en la presencia de Su semblante para obtener Su dirección.