Reflexiones Valiosas
Una vez que has dicho algo, no habrá más que una expresión resonando en el infinito. Nada es eterno, pero todo es para siempre.
Aunque la velocidad del sonido está en el orden de los 344 metros por segundo, la propagación de la onda sonora depende de las características del medio en el que se realiza y no de las características de la onda.
Así, usted puede gritar reniegos en el desierto y no será lo mismo si los grita en el centro de la plaza o a la mesa en su casa.
¿Qué significa esto? Un ramo de flores, es eso: ¡Un ramo de flores! Y nada más. Si ve uno, ahí en el camellón, como si alguien lo hubiera olvidado o abandonado, sentirá indiferencia o quizás imagine historias para explicar su procedencia. No sentirá lo mismo al ver un ramo de flores a la entrada, en el quicio de su puerta o si el mensajero le está esperando para entregárselo en mano. Entonces, no es el ramo, son las circunstancias. Y eso significa: lo que hay al rededor, el ambiente, la atmósfera, el modo, la forma, la intención, el estilo y la connotación del origen. ¿De acuerdo?
Bien, así, exactamente son las palabras que expresan nuestros pensamientos, la emoción con que envolvemos el regalo de nuestras palabras.
Son las circunstancias no externas, sino las interiores, las de la intención de quien dice las palabras y la intención puede ser muy buena pero no la forma emocional. No hay nada peor que intentar resolver o negociar un conflicto, cuando sus emociones están tocadas. No bastan los cinco sentidos, es necesaria la paz mental… y esa anhelada paz, resulta de la limpieza emocional de cada una de las partes.
Hizo usted un jugo de naranja… pero una, estaba agria. Bastará una sola en mal estado… No intente arreglar con azúcar el jugo agrio.
Amig@ lector. Las palabras pronunciadas bajo emoción descontrolada, tendrán efecto descontrolado. Es como el exceso de velocidad, si alguien se atraviesa… el responsable, siempre, siempre será el conductor, por la estupidez de su imprecaución en el exceso, sin importar su motivación o causa de su alocada prisa.
Recuerde el día que movió las emociones de sus hijos al provocarles alegría cuando les dijo usted cosas bellas… recuérdelo en usted mismo, si es que tiene algún recuerdo de esos. O quizás sólo recuerde palabras de hierro que hoy tienen efectos descontrolados en usted y estos obstaculizan las bonitas relaciones que desea tener con sus seres amados y con usted mismo.
Esta vez regale ramos de flores con palabras constructivas, con palabras de gratitud más que de halagos. Los halagos son perecederos. La gratitud es eterna. ¿Quiere dulzura en las palabras de sus seres amados? ¡Siembre miel en sus oídos! La más grande dulzura es la gratitud porque no lleva disfraces. La gracia es un regalo divino, es el reconocimiento que Su Creador le otorga. Y, créame, usted sembrará cosas maravillosas en la personita que lo escuche reconocerlo como alguien amado por usted. ¿Quiere magia? Agradezca, sin más; no reproche… ¡Agradezca!
Reciba un cordial abrazo. Muy atentamente.
Gracias a la palabra que da gracias.
Gracias a la gratitud por lo excelentemente que la palabra derrite la nieve o el hierro. P Neruda
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