Petere: una sensación que coincide como, entre las hormigas

Reflexiones valiosas.
Petere, el verbo latino que expresa la sensación de “espera por solicitud”. Cuando usted va a cruzar la calle, digamos, en el barrio, poco transitada y se encuentra con un auto coincidiendo en la esquina, se miran usted y el conductor como esperando cada cual, que el otro ceda en su intención de paso y resulte una suave transacción de intereses y la vida siga en paz. En esa mirada va una emoción de gratitud previa, un gesto de cortesía y comprensión entre ambos porque la diferencia de circunstancias es enorme.


Usted puede ser el gran jefe de una gran empresa pero ahí es un peatón que quiere y necesita cruzar la calle. El hombre del auto podría ser cualquiera con mucho o menos poder social que el suyo, pero ahí es un conductor que tiene un poder mayor: dejarle el paso o tomar el paso… Ambos harán una negociación rapidísima evaluando -primero- su propia circunstancia casi siempre basada en razón del tiempo; el más apresurado parece imponerse y el otro detectará inmediatamente esa intención.

La transacción de la mirada y el gesto corporal del peatón pueden inducir al conductor a detenerse y cederle el paso. El peatón espera a través de su expresión corporal que “pide” el paso, (momentum petēre) que el conductor entiende y lo cede, le deja pasar. Hasta ahí, todo bien. Pero, si el conductor también pide “reclama” el paso, ¡Ambos quieren pasar! Aquí se genera el “momentum competēre” queda justamente expuesto el principio de un conflicto, llamado competencia.”El momento donde ambos piden lo mismo, al mismo tiempo y en el mismo lugar”. Y solo hay UNA forma de ceder, que, generalmente es decisión del más inteligente, y a veces el menos egoísta.

Decía Benjamín Franklin que cuando un Hombre sabe a dónde va, los demás le abren paso. Así, no es si denota prisa o poderío mundano, sino la proyección de su energía, el espíritu de su intención, lo que le hará abrirse paso; justamente ESO se llama PEDIR. Y como bien sabemos: en el “pedir está el dar”.
Amig@ lector, usted decide si su momentum petēre lo convierte en un momentum competēre.

He aquí la reflexión valiosa. No siempre el más inteligente cede el paso, pero sí, el más prudente; y, créame, la prudencia es el signo más valioso de la inteligencia.
Cómo siempre, le envío un cordial abrazzo. Ulises Franco, con ADN° en acción.

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