¡Os pido posada!

De: Diana López / revistaelite_slp@hotmail.com // diana_peke20@hotmail.com

Peregrinos, tamales, ponche, atole, piñata…dulces… (¿A poco no se hace agua la boca?)

La navidad ya se anuncia con sus colores, luces y fiestas, que hacen de esta temporada una de las más deliciosas del año.

México, ha logrado fusionar las influencias extranjeras con las costumbres y tradiciones tan ricas que brinda este país.

 

Hoy les vengo a hablar de las posadas. Esas fiestas populares que en México se celebran desde el 16 de Diciembre, exactamente 9 días antes de Navidad. Sus elementos principales, evocan el peregrinaje de María y José desde que salieron de Nazaret con rumbo a Belén, en espera del nacimiento del niño Jesús.
El México antiguo y sus celebraciones.

En la época prehispánica se celebraba el advenimiento de Huitzilopochtli, que era el dios de la guerra, durante las fechas que iban del 17 al 26 de Diciembre; una vez que el pueblo fue evangelizado, el dios de la guerra fue reemplazado por José y María.

En un principio, las fiestas se llevaban a cabo dentro de los atrios de las iglesias, extendiéndose posteriormente a la vía pública, llena de gente, que portaba luces y velas, y en cuyo momento se arrodillaban y rezaban, fusionando la devoción y diversión hasta nuestros días, haciendo de las posadas mexicanas algo único en el mundo.

A partir del siglo XIX, las posadas se instalaban dentro de las casas, sin dejar completamente de lado los festejos en la calle y en las iglesias. Cada celebración dependía de la clase social. La alta sociedad por ejemplo, no escatimaba en decoración y luces, mientras que la gente de la clase media adornaban de manera parecida a como se hace en la actualidad; heno, ramas de pino, farolas de papel, acompañado de cuetes y rezos a la entrada de los peregrinos.
Las posadas de hoy.

La revolución e innovación eléctrica llevaron al reemplazo de faroles por foquitos de colores y luces eléctricas, mismas que comenzaron a adornar y llenar de vida las calles y ventanas de las ciudades. Dentro de la celebración de las posadas, se comenzó a obsequiar frutas, cacahuates en bolsas de plástico con detalles navideños.

Las posadas tradicionales tienen variantes de acuerdo al lugar en el que se celebra y han ido cambiando con el tiempo; sin embargo, los aspectos más importantes como pedir posada con villancicos tradicionales, rezar el rosario, romper la piñata, y los deliciosos alimentos como el ponche, tamales, buñuelos y atole, se siguen conservando en su gran mayoría.
El lado divertido de las posadas.

¡Dulces y piñata!

La partida de la piñata es parte esencial de las posadas. Están elaboradas de ollas de barro, cubiertas con papel de muchos colores. Debe ser de 7 picos que representan los pecados capitales.

Una vez colgada, los niños, principales actores de esta actividad, esperan su turno para pegarle con un palo y finalmente romperla; pegarle con los ojos vendados representa la fe como una virtud de “creer sin ver”, el palo con el que se golpea, la fuerza para romper las tentaciones del mundo, dado que el aspecto llamativo de la piñata eso significa, las tentaciones a las que nos vemos sometidos; una vez que se rompe, caen dulces y frutas, considerados como la recompensa por destruir el mal.

Finalmente, la posada termina con una convivencia donde se puede dar de cenar a los invitados,  que por lo general consiste en ponche o atole para contrarrestar el frío, y que se vuelven el complemento ideal de los tamales y buñuelos hechos en casa.
Así se continúan las posadas hasta navidad.

No es necesario regresar a la infancia para seguir disfrutando de estos pequeños detalles que acompañan parte de los festejos navideños.
¡Felices fiestas!

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