“Creo que la humanidad obtendrá más beneficios que males de los nuevos descubrimientos”, afirmó Pierre Curie al recibir, junto con su esposa Marie, el premio Nobel de física en 1903. Los adelantos tecnológicos que tanto han beneficiado a la vida cotidiana se deben a la comprensión racional de la naturaleza, tarea que comenzó años atrás, pero que sólo hasta principios del siglo XX, se pudieron presenciar avances sin precedentes de la ciencia, tales como la cirugía microscópica y la conquista del espacio.
En los primeros años de la centuria, la ciencia se hallaba en una revolución. El aire se cargaba de ideas nuevas, la naturaleza revelaba sus secretos y todos los principios establecidos anteriormente se desplomaban. Por ejemplo, Joseph John Thomson, de la Universidad de Cambridge, desmintió que la materia no pudiera dividirse más allá del átomo, al descubrir en 1897 los electrones, desvaneciendo las leyes establecidas por Demócrito hacía más de 20 siglos.
Así, para el siglo XX, se trabajaba sistemáticamente, sin atarse a una idea preconcebida y abierto a cualquier descubrimiento. Muchos hitos fueron marcados. El matrimonio Curie descubrió la radiactividad e identificó sus elementos, lanzándolos a las primeras planas de los periódicos. Luego del premio, la pareja sólo pidió un laboratorio bien equipado para continuar sus investigaciones. Esto, fue el principio de una lluvia de sucesos sorprendentes.
La física rompía con los conceptos guías de hacía más de 400 años; los matemáticos, derrumbaban la teoría newtoniana del mundo. El joven Einstein ya se destacaba por sus postulados antes de recibir el premio Nobel de física en 1921. La teología también tuvo sus golpes; ya Charles Darwin había planteado su teoría de la selección natural y Gregor Mendel sus observaciones sobre la familia de los guisantes, en las que afirmó que existía en los seres vivos una entidad capaz de explicar los fenómenos de la herencia. El cromosoma era el lugar del gen de Mendel. A pesar de la biblia, nacía la genética.
Paleontólogos y geólogos se sumaron a la explosión de la ciencia: dinosaurios y pinturas rupestres demostraban la aparición de vida y la evolución del hombre, que databan de millones de años. Por primera vez se usaron términos como neurosis, hormona y vitamina, nació el electrocardiograma, se crearon las aspirinas y radiografías, y los grupos sanguíneos hacían su aparición en 1901.
Los alquimistas del medioevo nunca lograron transmutar los metales en oro. Sin embargo, los científicos del Siglo XX hicieron algo más importante: convertir cada partícula de ignorancia en conocimiento.