Puedo diseñar la estrategia para cada situación luego de interpretar el plan de mi oponente. Para conocerlo requiero de una gran empatía. También el conocimiento para establecer un plan de acción propio es básico. Aún así, estaba a punto de ser sacrificado. No se me ocurría nada.
El sentimiento de impotencia nublaba mi cerebro. Bajé los párpados y respiré pausado. Traté de ponerme en el lugar de mi contrincante. Mi capacidad de análisis estaba disminuida, sería la sorpresa. Jamás hubiera esperado algo así. Ni siquiera mi intuición me había respondido, al menos no con la celeridad de otros tiempos. Algo en mi interior me repetía que aún podía protegerlo. Solo era cuestión de calcular. Intenté no preocuparme. Había desarrollado suficientemente la habilidad, a lo largo de los años. Las matemáticas, la estadística y la economía fueron en la Universidad mis materias favoritas, aunado a ello mi entrenamiento visual había sido decisivo, hasta ahora.
El ahorro del tiempo y de energías a veces surge como una mejor opción. También debería abrirme a la posibilidad de tener que cambiar la estrategia. El esquema de inicio ya no era aplicable a la situación. Los movimientos de mi contrincante fueron precisos. Había congruencia en mi diagnóstico. Por ello debería usar mejor el tiempo en planificar los cambios, los ajustes ayudarían a encontrar otras alternativas.
Tenía que echar mano de toda mi capacidad e inteligencia, así como de mi creatividad, para finalmente resolver el problema. En un desesperado intento moví el caballo, al instante apareció la luz de la decepción ante mis ojos y mis oídos tuvieron que permitir la entrada a las palabras que mi rival pronunciaba con deleite … ¡JAQUE MATE!