Por: Víctor Hugo Mamani
Magister en Trabajo Social / Fotografías de Stella Córdoba y Elizabeth Villena Estudiantes de Trabajo Social. Jujuy, Argentina.
20 de Enero 2016, San Salvador de Jujuy-Argentina
I.
Nada fácil escribir sobre Milagro Sala, sobre todo cuando hasta hace un par de años atrás, yo había consumido una imagen demonizada de ella y me generaba cierto rechazo; ella y su movimiento. Simplemente “No era santo de mi devoción” El tiempo hace su trabajo y quizás como todo río tiene destino de mar, mi trabajo social me fue acercando de a poco a ella y su enorme trabajo.
Si bien siempre la encontré en diferentes movilizaciones en defensa de los derechos humanos, juicios de lesa humanidad, de reivindicación de pueblos originarios entre otros, -sin ser militante Tupaquero- solamente me acercaba a saludarla. Hablé con ella dos veces, y bastó para darme cuenta del peso específico de esta mujer y su descomunal obra.
La primera vez que me encontré con ella fue a mediados de los 90 en unas Jornadas sobre Violencia que se organizaron en la Legislatura Provincial, me habían convocado a coordinar unos talleres y la temática del grupo que coordiné fue sobre la violencia en las cárceles. Aún recuerdo verla llegar tarde al grupo, con sus jeans gastados, zapatillas y remera negra, desafiante, “¿Yo voy a estar en este grupo metá?” y ni esperó mi respuesta ni la de mi compañera, sin decir más se sentó en el piso, acomodando su negra cabellera.
Escuchaba atenta, de a ratos parecía estar ausente en el taller, pero después opinaba, refutaba, cuestionaba, para algunos profesionales, molestaba. “La calle es otra cosa” recuerdo que dijo en un momento, “ustedes hablan bonito, la calles o la redonda (cárcel) es otra cosa”. Relato esto y se me actualizan aquellos momentos, como si fueran ayer. Había participado de mi taller, esta versión coya-andina de “pancho villa” de los jujeños desprotegidos, olvidados por las desbastadoras políticas neoliberales de la época.
La segunda vez que pude cruzar palabras con ella fue en el año 2009, cuando publiqué mi libro En red ando, salud y calidad de vida (2009) una experiencia comunitaria en salud e interculturalidad. Llegué una mañana al edificio de calle Alvear, con la intención de pedir una entrevista, presentarme y obsequiarle mi texto. Mientras yo hablaba con la encargada de la mesa de entradas, escuché llegar vehículos, mucha gente ingresó al lugar, su voz inconfundible sobresalía de entre todas, dando directivas, corrigiendo, llamando la atención, reclamándole eficiencia a su gente.
La secretaria le explicó la razón de mi presencia allí, me presenté y me miró a los ojos, le expliqué tan rápido de qué trataba mi libro que ni recuerdo lo que dije. Me seguía mirando, en silencio. De pronto, le dijo a la secretaria que recibiera el libro, “Subilo y dejalo en mi escritorio. Dejále los datos a ella, tu teléfono y después te llamamos, ando a mil ahora. Ah, gracias por el libro.” Se dio vuelta y salió rodeada de su gente, dándole directivas. Como refiere un experto en Redes Comunitarias “En trabajo comunitario, es difícil seguir o parar a quien labura”. Como refiere Sandra Russo (2011, p.14) para escribir sobre ella: “Había tenido que maniobrar entre muchas obligaciones laborales…”
II
Milagro es hija de su época, una construcción social e histórica que emerge de pequeñas juntadas y grandes conversaciones (indagaciones y conversaciones generativas) con no más de cincuenta compañeros en una pieza de ATE (San Salvador de Jujuy), compartiendo la desolación y la desesperanza que generaba Menem y su estado ausente. Presidente que bailaba, vacacionaba, jugaba al fútbol, al basquetbol y al golf con el presidente Norteamericano. Menem pululaba por los medios cual celebrity almorzando con las “divas argentinas”, ocultando y mostrando su cirugía en el rostro, y era visto por muchos como un presidente rubio y de ojos celestes. Mientras tanto, el país se caía a pedazos. En Jujuy, la Tupác Amaru levantaba su voz. “Emergió con Milagro desafiando en los barrios a los pibes más bravos, a los más pesados. Los desafiaba a dejar de ser giles que choreaban y que caían en cana (policía). Los provocaba con hacer algo de lo que estuvieran orgullosos” (Ruso, 2011,p.15)
Milagro y sus “Tupaqueros”, desde su esencia andina, cuestionan frontalmente a las políticas de exclusión, políticas de ajuste que pagan siempre, los más pobres. Desde un Jujuy marginado y alejado del centro del poder, desde una provincia inviable, por los latigazos que recibió en los 90, surge el liderazgo femenino y coya de Milagro, que se extiende en casi 15 provincias argentinas.
Milagro, construcción social que emerge de la mano de la historia de la Provincia de Jujuy – aunque no les guste a muchos- es parte de la historia jujeña. En los 90, Jujuy, provincia olvidada y marginal, tenía los índices de pobreza y desocupación más elevados de la época. Fueron los líderes sociales, las movilizaciones de esa parte del pueblo que se atrevía, que invadía plazas y calles de la ciudad para expresar su disconformidad, quienes dieron vida a la protesta social como claro síndrome de resistencia.
¡Y qué actualidad cobran las palabras de Russo! (2011, idem) “Y quizás Jujuy sea hoy mismo, en este mundo de capitalismo salvaje y global, dopado con la concentración financiera y el martirio planetario que implica la producción a gran escala, un ejemplo, o una advertencia”
En ese contexto y aún hoy, por versiones de sus “Tupaqueros”, “La flaca no anda con vueltas”, ella habla poco y hace mucho. Es inquieta, es brava. Ella opera en la realidad, transforma realidades, dinamiza cotidianidades de miles de personas que integran su organización y los que no lo son. Fui testigo de ello como Trabajador Social en barrios en ciudad de Perico y San Salvador de Jujuy. Es una buscadora de soluciones, se empecina en encontrarlas, aunque para ello tenga que “Patear puertas” y enfrentar funcionarios, exigiéndoles que trabajen para esa gente que los votaron. Ella sabe que si presenta una nota o pedido de audiencia, la misma dormirá en un cajón, conoce la burocracia del sistema, conoce el escenario, la obra y sus actores. Sabe que es mujer, coya y molesta para una sociedad tradicional, de familias pudientes y tradicionales, molesta para familias “afortunadas”.
III
Pesan sobre ella, diversidad de acusaciones, denuncias en los medios, de dirigentes, funcionarios, políticos y hasta de los propios compañeros de Milagro. Las escucho cotidianamente y no me constan que aún hayan debidos procesos, comprobación de delitos y condenas. Todo es potencial; estaría, habría, sería responsable de… El objetivo de este artículo no es dilucidar cual poder judicial tiene su responsabilidad frente a estas denuncias, creo en la Justicia Independiente y considero que hará lo debido, siguiendo los principios de legalidad que rigen su obrar. Me ocupa hablar de lo que me consta, de lo que veo, de lo concreto de Milagro, su obra, de expresarme en democracia sobre su situación actual.
Recorro mi provincia y lo que veo son guarderías, bloqueras, centros de salud, consultorios médicos, complejos habitacionales, salones multiuso, plazas con juegos recreativos para niños, piletas de natación, parque acuático, polideportivos, talleres textiles, fábricas metalúrgicas y de caños, escuelas primarias y secundarias, instituto terciario. Visité la sede central y vi farmacias, consultorios odontológicos, tomógrafos computados, ecógrafos, rayos x, pileta climatizada, una radio y estudios de canal de TV. Me puse de pie en lo más alto de esa réplica del Templo de Kalasasaya donde todos los años se hace la ceremonia de la Pachamama y es imposible no sorprenderse por dicha obra, sería de necio ignorarla. Como jujeño no puedo negar que ella hizo lo que muchos gobernantes y funcionarios no pudieron o no quisieron hacer por nuestro pueblo. Si analizo las gestiones políticas de algunos exponentes neoliberales, ella hizo mucho más por ese sector olvidado.
Como muchos líderes sociales latinoamericanos despierta rechazos y adhesiones, adhesiones desde las más llamativas, el Papa Francisco la recibe diciéndole: “Sé de tu obra” y los rechazos más repudiables “negra de mierda”, “india sucia”, coya de mierda” poniendo en la palestra de los jujeños: el racismo, la xenofobia y discriminación que transita y habita en los discursos y prácticas sociales cotidianas de nuestra población, que mira para otro lado.
Hoy Milagro esta presa, detenida con un fuerte operativo policial, encabezado por un funcionario político, un Ministro de Seguridad, “Por instigación al delito y tumulto” según informan los medios locales y nacionales, situación que no constituye delito según los especialistas. Y quizás como consecuencia de una obsesión personal, un odio racial, un rechazo al género. Cada mañana en Jujuy, florece una nueva denuncia, un nuevo expediente acusatorio, mientras tanto, algunas agrupaciones acampan en la plaza central de la ciudad pidiendo su liberación, con asambleas diarias, estando alertas por una posible represión y desalojo a cargo de policías y gendarmes del gobierno.
Muchos militantes de Milagro dejaron el acampe. Negociaron su trabajo, aceptaron condiciones a cambio de promesas del gobierno que esperemos no sean los espejitos de colores del siglo XXI. Negociaron como aquel indio lenguaraz, de la época de la mal llamada “Conquista del desierto” que se entendía con el blanco, arreglaba su bienestar con el huinca, traicionando a su pueblo.
La historia parece repetirse, a Jesús lo traicionó un discípulo que en la última cena le dio un beso, Pancho Villa líder revolucionario mexicano fue asesinado por una conspiración, a Ernesto Che Guevara lo traicionaron quienes supuestamente venían a liberar de la opresión, le dieron la espalda. Y sin ir más lejos, al padre de la libertad latinoamericana Tupác Amaru, quien llevó a cabo la mayor revolución indígena en el continente, fue traicionado por su lugarteniente. Milagros era consciente de que eso le podía pasar a ella, saberlo no atenuó su dolor.
Leyendo contextual e históricamente la situación, Milagro Sala es una presa política, como dice su luchador esposo Raúl Noro “Una presa política a disposición del PEN, Poder Ejecutivo Nacional o Provincial”, a quien al momento de escribir este artículo, le rechazaron un habeas corpus. Un claro intento de criminalizar las prácticas relacionadas con el ejercicio del derecho a la protesta y a la libertad de expresión.
Trabaje casi 30 años en cárceles jujeñas, y aprendí en la universidad que las democracias tienen presos por delitos y acciones típicamente antijurídicas, más no por protestar en plazas o en calles, reclamando derechos. Esta democracia jujeña tiene una presa política y es la parlamentaria Milagro Sala y quienes encarcelan por este motivo en el intento de silenciar la voz disidente, son tiranos.
Parte del país, autoridades, organismos nacionales y del mundo repudian su encarcelamiento, pidiendo su libertad, consideran que el uso de leyes penales no debe ser usado para intimidar y amenazar a las organizaciones sociales y silenciar sus reclamos. El estado actual como una inquisición colonial, trató de poner en las sombras a Milagro Salas, condenándola al anonimato, buscando terminar con el mito. Sin embargo, esto terminó por catapultar su figura al mundo entero, que reclama su liberación.
Desde su celda la parlamentaria le pide a sus compañeros que levanten todo el acampe y se vayan a casa, que no den lugar a la represión, recibiendo como respuesta: “Flaca, levanta la huelga de hambre, te necesitamos fuerte, lúcida para seguir conduciendo el movimiento. Nosotros el acampe NO LO LEVANTAMOS, Y SEGUIMOS AQUÍ HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS”. https://es.wikipedia.org/wiki/Túpac_Amaru_I