(…) ¿Cuándo se jodió la cosa?
el Sr. Ministro piensa en sus adentros,
si parece ayer cuando iba
marchando las calles con el puño en alto
gritando Viva la Revolución!
“seremos el mañana”
ese futuro llegó veloz
quedándose en la nada. (…) Autor: Hernaldo Zúñiga, ¿Cuándo se jodio la cosa?
Álbum: Triangulo de Musgo, 2001
Hace ya algunos años que se nos inculcaba en la primaria acerca de los ideales inacabados de nuestra Revolución Mexicana, primera lucha campesina en los inicios del siglo XX, ideales adelantados a su tiempo, luchas fratricidas entre caudillos, todos ellos elevados a la categoría de héroes, algunos alcanzando las riendas del país, traicionando algunos de sus ideales, dando pie a pugnas que si no resolvían con las armas lo hacían mediante complots, es en los años cuarenta cuando se alcanzó cierta estabilidad política con un crecimiento económico, industrial y urbano y que duró alrededor de 30 años, periodo conocido como “el milagro mexicano”, hay que decirlo que esto no fue un logro pleno ya que seguían habiendo ciertos rezagos principalmente en la clase baja de nuestra sociedad y también resurgen en el último decenio de esta etapa (años sesenta) nuevas luchas políticas que fueron reprimidas haciendo uso de las fuerzas armadas .
Es durante mediados de los años sesenta que aparecen brotes guerrilleros en el país y que en el estado de Guerrero alcanzan una notoriedad, liderados por Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas tienen diversos enfrentamientos con el ejército mexicano, es la década de los sexenios de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, quienes enfrentan crisis políticas y económicas, la devaluación del peso, las luchas contra las organizaciones clandestinas de izquierda quienes son perseguidas en todo el país, el concepto de partido único con una débil oposición no hacía más que violentar todo acto de pensamiento contrario al establishment de facto.
Fue durante la administración López-portillista que los excesos alcanzaron un cinismo no visto antes, áreas críticas como la seguridad pública vieron una corrupción sin precedente que permearon en toda la sociedad, la renovación moral de Miguel de la Madrid no alcanzó a blanquear ni un ápice el lodazal que se había creado, mucho menos se enderezó lo que estaba fracturado, es en las elecciones del año 1988 cuando nuevamente hay un fraude descomunal, y dónde se inicia un periodo de desincorporación de empresas paraestatales en el mandato de Carlos Salinas de Gortari, si bien los primeros cuatro años pese a ir en contra se pudo estabilizar la economía. no fue así durante su salida, los golpes dados a su administración por la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el asesinato del candidato oficial Luis Donaldo Colosio Murrieta en Lomas Taurinas, Tijuana y de su ex cuñado José Francisco Ruiz Massieu que ensombrecen el panorama político mexicano, nuevamente aparece una crisis en diciembre de 1995 al inicio del sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, la crisis alcanza niveles de depreciación de la moneda y de quiebra de muchas empresas, al grado de tener que instituir un rescate bancario, la corrupción sale nuevamente a flote, nuevos brotes guerrilleros salen a escena en el estado de Guerrero y ensombrecen todo intento de recomponer la situación, la matanza del vado de Aguas Blancas en el estado de Guerrero y la proliferación de grupos paramilitares en Chiapas hacen ya inviable el sostenimiento del PRI en el gobierno federal, aún mayor es la infiltración del narcotráfico en la estructura militar y la aparición del brazo armado del Cartel del Golfo: Los Zetas.
Es en el año 2000 dónde se da una alternancia política y sin embargo pareció todo tener un nuevo significado que no duró mucho, las frivolidades del nuevo mandatario, su inexperiencia política y peor su ignorancia hacen de su sexenio sólo un espejismo político y económico.
La descomposición social aumenta con el incremento en los niveles del narcotráfico y sus luchas por el control del territorio, el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y su lucha sin cuartel pero con nula estrategia, hacen del país un cementerio rampante y latente, anteriormente los carteles de la droga tenían ciertos códigos no escritos, sus asesinatos eran entre ellos, sin embargo es desde el año 2006, la violencia es exacerbada a niveles nunca vistos en el país, decapitados, incinerados, secuestros violentos y con un final mortal, personas inocentes caen sea por disparos de elementos castrenses o por las balas del sicariato, las nuevas formas de extorsión son muchas veces insoportables, cobro de piso (derecho por hacer alguna actividad económica), control de gobiernos municipales y estatales por parte de las cúpulas del narco, asesinatos de periodistas, uso de menores por parte de las organizaciones delictivas para fungir como espías en contra del gobierno (halconeo), intervención velada de las autoridades estadounidenses en el combate contra las organizaciones delictivas mexicanas, y sus efectos deplorables (caso del operativo Rápido y Furioso del ATF y el plan Mérida) secuestros de emigrantes centroamericanos, corrupción, desempleo, ciudades fantasmas principalmente en la zona fronteriza norte del país.
Ante ésto que ha sucedido, es indispensable preguntarse ¿Cuándo se jodió la cosa? ¿En qué momento la calle pasó a ser un espacio colectivo a cotos de poder cuya lucha es ganada por el más fuerte? ¿Qué sucedió con las estructuras institucionales que en vez de brindarnos seguridad hacen lo contrario? Son diversas formas de ver, representar y actuar en el mundo que como ciudadanos podemos apreciar. Sin embargo, cada uno tiene dos luchas, las individuales contra sí mismo y las colectivas; el aporte a la persona y lo que la persona da a su colectivo, nada de esto puede ser posible con la crisis ambiental, social, económica y de valores, es necesario replantear el rumbo, hacia dónde queremos ir y en qué momento tendremos que plantear una línea infranqueable, la economía no dará a la sociedad la respuesta, tampoco podremos esperarla de las elites gubernamentales ni mucho menos, de quienes día con día oprimen y se apropian de esos espacios que corresponden a la sociedad, sin educación de valores y con un analfabetismo político, poco se puede hacer.
Será necesario quizá, una nueva revolución, no sólo de las armas sino también de las ideas y dónde se conjugue una nueva forma de ser y hacer, en beneficio del otro y no del propio, quizá es ese ego el que sea un lastre en los caminos de nuestra nación, que tendremos que irnos apropiando y reinventando hasta poder decir que no sabremos contestar cuándo se jodió la cosa, pero sí, cuándo fue que empezó a cambiar en beneficio de todo el país.
La participación ciudadana en todos los ámbitos es imprescindible, el involucramiento del individuo en temas de gobierno y el destierro de la apatía en la toma de decisiones de forma compartida, en la supervisión del ciudadano y además en su participación en tareas que son comunitarias y que se han dejado de lado, además no solo, la exigencia de la aplicación de la ley sino de su observancia plena, justa y expedita aún cuando no sea del agrado tanto en el plano individual como en el colectivo.