Somos personas macehuales,
creadores del mundo
y creadores de vida y sueños.
Los macehuales nacimos en medio de la Tierra,
tal como nace el maíz.
Fuimos bendecidos por la lluvia de ideas
y experiencias de los abuelos y abuelas.
Los macehuales crecimos con la memoria de nuestros padres y madres
como una ceiba gigante que da sombra a sus retoños.
Los macehuales hemos aprendido a volar como águilas cazadoras para alcanzar el sol y
mirar la vida de más lejos.
Los macehuales nos hemos multiplicado como los colores del arcoíris
y en los colores del mundo,
así formamos familias, comunidades y cultura.
Con todo esto
los macehuales aprendimos:
Que cuando vamos por el camino solos
vamos rápido
y que cuando caminamos acompañados,
vamos más lejos…
Les he comentado lo anterior
Porque hace falta que recordemos quienes somos
y de qué estamos hechos.
Porque a veces el olvido
nos llega a hacer pensar que podemos solos,
cuando la vida nos muestra que solo juntos
podemos seguir moviendo el mundo.
La forma de hacer justicia nos ha permitido ser libres
y eso es una raíz de nuestras comunidades.
Sueño que la vida en comunidad
sigue siendo el centro de nuestra vida como personas y familias,
porque la comunidad es el sustento del todo.
Sueño en que no peleamos
Y no nos dividimos en la comunidad,
En que nos respetemos en pensamiento,
en nuestras creencias, en nuestras obras
y que nos seguimos reconociendo como pueblos y comunidades,
que conformamos la raíz y el origen de México.
Sueño con vivir mirando las estrellas, la luna y el sol,
sin preocuparme en qué voy a comer al día siguiente.
Sueño en un país sin violencia, sin armas, sin drogas.
Sueño en no dejarle a Dios…
y nosotros hacer algo por nuestra propia vida.
Tengo el sueño de ver a mis hijos e hijas
florecer en su pensamiento e inteligencia,
porque estas son las herramientas del futuro.
Tengo el sueño de ver a las mujeres indígenas respetadas,
ejerciendo sus derechos,
diciendo libremente y sin violencia su vida y su maternidad.
Porque todavía hay quien no las respeta.
Sueño con ver trabajar a los jóvenes en su propia comunidad,
Sin verse en la necesidad de migrar,
Abandonando su tierra, a sus padres y sus estudios,
Ante la necesidad de ingreso y escuela.
Porque hoy las comunidades están pobladas por mayores
y no por jóvenes.
Sueño que los comuneros y ejidatarios o pequeños propietarios,
Trabajan la tierra y respetan cómo la madre nos da sustento.
Sueño que no venden sus parcelas
y que se respetan sus derechos agrarios
por las instituciones y los privados.
Porque ahora hay ventas de tierras
como si fuera mercancía y no sustento.
Sueño con la herencia del idioma
que nos dejaron los abuelos y abuelas,
sueño que seguimos hablando nuestra amada lengua materna:
El náhuatl, el téenek, el Xi’iuy;
En que no mueren estos idiomas sagrados
Y que se enseñen a toda familia y escuela.
Porque ahora hay escuelas y familias
Que se avergüenzan de nuestro idioma
y no debemos renunciar a ellas.
Sueño en que la organización de la comunidad,
como parte de esta herencia cultural,
que siga siendo el Norte de nuestra vida comunitaria.
Pues ahora hay quienes suponen
que pueden ignorar el acuerdo de la asamblea.
Sueño que la costumbre para hacer justicia siga siendo el Este,
como el amanecer,
como cuando sale el sol: La esperanza.