Por: Joel Márquez / revistaelite_slp@hotmail.com / @RevistaEliteMx / marquez3.joel@gmail.com
La Bestia o tren de la muerte, así se le conoce al tren que cruza desde Guatemala al sur de México con inmigrantes ilegales aferrados a la parte superior de los vagones buscando una vida mejor.
Mexicanos, centroamericanos y sudamericanos buscan su futuro en un tren de mercancías. “La Bestia”, recorre México de sur a norte, así es como se puede marcar la diferencia entre alcanzar el sueño americano o descubrir el infierno; llegar al destino o morir arrojado del tren, asaltado, violados, masacrados y engañados. Muchos ven frustrada su larga escapada a lomos de este ferrocarril, pocos lograran desafiar el destino y la muerte, superando la prueba tan dolorosa e iniciar la nueva vida en los Estados Unidos.
“El devora migrantes”, son muchos los nombres que le han puesto a ese tren que cruza México de sur a norte y en el que los migrantes son robados, secuestrados o asesinados . Y son muchos los que creen que maquinistas y encargados de los cambios de vías están compinchados con pandillas Las Maras “mareros” y los narcos que los asaltan. Que ellos son los que bajan la velocidad del tren en determinados tramos o avisan de los horarios de salida de los convoyes.
Hombres y mujeres que no tienen trabajo, comida, menos para pagarse un billete de autobús con el que atravesar México. Se vuelven presas fáciles de la noche, vulnerables, débiles, y tienen miedo. Para los narcos y las mafias son un objetivo fácil, ilegales en un tren de carga, es decir, mercancía a la que robar o secuestrar para extorsionar a las familias. ¿Quién los va a reclamar si los matan y los tiran del tren en marcha? ¡Si la mayoría de ellos no lleva ni documentación para evitar ser deportados si los detienen! Serían un cadáver más en una fosa común más, como muchas que hay en México.
Decenas de migrantes han fallecido o han sido amputados. He visto a algunos de ellos. Me han contado como se cayeron, o se resbalaron, o fueron empujados durante un asalto.
Es el tributo que se cobra la Bestia para que pasen muchos de ellos, se tiene que quedar con alguno. Y lo que más me sorprende es que, efectivamente, a pesar del peligro no dejan de subirse a ese tren que les lleva hacia el sueño americano.
Llevan una mochila con algo de ropa y comida, una mochila pequeña, por si tienen que salir huyendo de los controles de migración. Pero sobre todo llevan en el rostro la incertidumbre de un viaje largo, peligroso e incierto. Van cabizbajos, como queriendo pasar desapercibidos. O quizás están perdidos en sus propias dudas. Muchos de ellos no llegarán a su destino. Se los tragará la Bestia, nadie sonríe. Están serios. Más bien tristes.