José Antonio Parga, reconocimiento por ser uno de los mejores.

“… Tengan la seguridad de que tienen ante ustedes la propuesta de uno de los cantautores más representativos de la trova contemporánea de México.”

Eugenia León. Cantante.

            

El pasado 4 de Diciembre de 2012 dentro del bar la Peña Artística “La Lira” en las Instalaciones del Club Deportivo 2000 se llevó a cabo el homenaje a José Antonio Parga, quien deleitó a los presentes con su música y voz, acompañado de diversos intérpretes como Luis Fernández y Soila Rubio que de igual manera amenizaron el evento.

De manos del Presidente Manuel Betancourt Velázquez, Parga recibió el reconocimiento por su trayectoria Artística como compositor y cantante.

“ En José Antonio Parga se expresa buena parte de la nueva canción potosina. Con finas raíces en lo más logrado de la cultura musical popular contemporánea.”

David Ojeda.  Escritor

 En palabras propias del escritor, se refiere de la siguiente manera al último disco del cantautor:

Luego de entregarnos a través de su CD La sed en la que musicaliza la obra del poeta Félix Dauajare -Acaso el poeta potosino más importante de la segunda mitad del siglo XX- José Antonio Parga demuestra en éste disco, por una parte, que su evolución musical ha llegado a muy altos niveles; y ahí están, para comprobarlo, el gusto y la finura de arreglos e instrumentaciones, la diversidad de ritmos y formas.

Aunque también demuestra, por la otra, que su formación intelectual y el modo como asume su función social se han elevado y mucho habrán de significar para la canción mexicana. Pues este proyecto de José Antonio Parga toma la poesía de Félix Dauajare para hacer de ella un conmovedor acontecimiento que todos habremos de agradecerle y aplaudirle: poner la palabra del poeta en la voz del trovador, trasladar la música de la poesía a la canción.

Por su parte, Octavio César describe en letras puras el estilo de Parga:

…Moderno juglar de la dicha y la desdicha de existir, José Antonio Parga juega a enamorar al escucha que, atento a esa latencia, a ese sentimiento vivo que cerrando los ojos, incluso, se puede tocar, se sorprende a sí mismo en busca de emociones primigenias. Y es en ese trance, donde se puede reconocer al artista, es decir: al que une la orfebrería de la palabra con el oficio de la música, en una controlada descarga de sensaciones que llegan a causar adicción.

Celebran conmigo estos hallazgos -en demasía útiles al alma-, los poetas José Carlos Becerra, autor del Poema Blues transformado por José Antonio Parga en Azul sin Rostro; y Ramón López Velarde, quien hace su aportación en No tengo miedo de morir, trasunto hit de su Gavota, ya que a través de estas interpretaciones podemos (me plazo en citar dicha pluralidad de vivos y muertos) inaugurar el género Suite Pop.

Existen en este autodenominado Encore ciertas presencias, reminiscencias y ecos de una cultura musical que, secreta o evidentemente, reconoce su autor y ofrece al oído atento. A saber: el conocimiento profundo, diríase de cuna, de la trova latinoamericana; una línea guitarrística de Queen o de Sting; un parpadeo solar de Vivaldi; y el constante influjo de música irlandesa –a mi parecer-, entre otros tributos y atributos de esta reunión de fantasmas sonoros que uno creía, desde el principio, haber escuchado platicar en otro Paraíso.

Habida cuenta de que José Antonio Parga supo leer el interior de su futuro oyente como quien lee las instrucciones para olvidar –eventualmente- impresas al reverso de la etiqueta de una botella  whiskey, el volumen consta de 11 historias que nos remiten a la luminosa época del que fuimos y del que seremos; así como hablan de la vida de un compositor potosino con muchas sorpresas aún escondidas en el estuche de su guitarra, quizá empolvadas por el riguroso proceso de madurez que de su obra podemos destacar.

 

Por su parte José Antonio Parga, agradeciendo el homenaje y reconocimiento hecho en su honor, finaliza:

…se trata de mi tiempo en Diez Actos: Un Encore a capricho, el sueño mas emocionante que pude construir y este azul sin rostro que siempre busque ser y mi cruz de sal. Aquí además, hay constancia de mi cuantioso agradecimiento a todos los que algo me legaron  o enseñaron, permitiendo que se muestre como si fuese logro sólo mío.

JAPARGA

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