Honeymoon: Origen del primer viaje de casados

Honeymoon. El origen de ese primer viaje de casados

 

Caminando entre las empedradas y angostas calles de París.

Disfrutando del atardecer con los pies bien enterrados en la arena de una playa paradisíaca o mexicana.

En una cafetería bebiendo una bebida caliente para mitigar el frío de un país característico por sus bajas temperaturas.

O entre el refrescante aroma a naturaleza y aspirando un aire limpio de un bosque o un pueblo mágico (mexicano también por supuesto) o dentro de algún lugar alejado de todo el bullicio de la ciudad.

Pero siempre, de la mano de esa persona amada y con la que has decidido pasar todo el resto de tu vida. Y lo han firmado y confirmado…

 

De una manera u otra, ya sea en sueños o pensamientos profundos (y sin distinguir entre hombres y mujeres), me atrevo a decir que la mayoría de las personas hemos pensado en cómo y dónde sería el lugar ideal para pasar la Luna de Miel. Y se puede ir considerando, no sólo por el gasto que representaría un viaje, -sobre todo si es fuera del país y por un tiempo largo-, sino por el significado simbólico de él. Será el primero con tu pareja, dentro de un status muy diferente al de una relación de novios, lo que puede generar una serie de sentimientos encontrados entre los que se puede contar el nerviosismo, la ansiedad, la emoción y la felicidad.

Sin duda, para muchos en vísperas de casarse será un viaje muy anhelado y significativo… Pero a todo esto, ¿Cuál es la historia detrás de este romántico paseo llamado “Luna de Miel”?

 

 

Primero, el significado…

Bueno, en un principio, no era precisamente un viaje, sino que el significado se refería al periodo de un mes lunar que transcurría desde el día en que la pareja contraía matrimonio, y sus orígenes son tan variados a lo largo del tiempo, que no se puede decir que tiene un origen único, sino que depende de la costumbre y la historia de diversos lugares.

Si bien tendemos a creer que la denominación “Luna de Miel” nos indica un determinado periodo o lapso de tiempo (Luna), relacionado a la dicha de una pareja –amor, dulzura- (miel), existen diferentes explicaciones sobre el origen de esta tradición tan antigua y popular. Te invito a conocer las más populares.

 

 

Luna de Miel, aquí y en China.

Comenzamos con los nórdicos, quienes en su mitología, el hidromiel (o aguamiel), constituía el único alimento de Odín, que era el dios supremo de los mitos germano-escandinavo. Esta bebida se obtenía a partir de la fermentación de una mezcla de agua y miel, y los novios la consumían con el objeto de recibir la bendición de los dioses, quienes creían, les otorgaban un periodo de fertilidad a la pareja, sobre todo en la concepción de hijos varones.

Por otro lado, los teutones de la Edad Media, acostumbraban regirse bajo la mitología germana, y celebraban los esponsales solamente durante las noches de luna llena; posteriormente y durante 30 días, los novios debían beber licor de miel, con el fin de asegurarse la dicha matrimonial y una numerosa descendencia.

Mientras tanto, en la cultura de Babilonia, hace unos cuatro mil años más o menos, se tenía por costumbre que el padre de la novia ofreciera cerveza de miel a su yerno durante una luna (es decir, un mes. Un ciclo lunar completo), a manera de regalo de bodas.

Para los romanos, la tradición era que la madre de la novia colocara una vasija de miel dentro de la alcoba nupcial en la noche de bodas, que simbolizaba la fertilidad y a su vez, cumplía una función energizante para los recién casados, quienes tenían que ingerirla tras haber consumado el matrimonio.

Algunas versiones dicen que estos hechos debían repetirse 30 noches consecutivas, completando las etapas del ciclo lunar.

Entrando un poco en creencias religiosas, se considera que Dios escogió la miel como símbolo del casamiento por tratarse de un alimento perenne e incorruptible, y que se torna aún más dulce con el paso de los años.

Esta metáfora se corresponde con el amor verdadero y el deseo de toda pareja que toma la decisión de unirse en matrimonio.

 

Encaminados hacia el norte de Europa y aterrizando un poco más en el concepto que hoy en día damos a esta frase, es decir, el de un periodo de vacación de los esposos, tras celebrar su boda, encontramos que los bárbaros (como llamaban los romanos a estos pueblos del norte), solían raptar a las jóvenes de los pueblos vecinos o enemigos para llevarlas a sitios lejanos y desposarlas antes de que sus familias las rescataran.

Ahora bien, en esta operación no sólo participaba el “novio”, sino que se hacía en complicidad de un amigo de confianza del interesado, el “padrino”, quien participaba en el rapto y se encargaba de vigilar las puertas del novio durante la ceremonia nupcial, alerta y armado ante el posible rescate de la muchacha.

Una vez casados y habiendo pasado un tiempo considerable como para que los parientes de la cautiva abandonaran la búsqueda, los esposos regresaban al lugar de origen, pues consolidada la unión, nada podía hacerse al respecto. Muy listos, ¿No?

Otras versiones relacionadas con los bárbaros, señalan que no había ceremonia alguna, y  que bastaba con que la chica pasara una luna en compañía del secuestrador antes de ser localizada por sus parientes; otra más, indica que se consideraban esposos una vez que habían mantenido un encuentro íntimo, mientras que otros más otorgan a estas prácticas el carácter de ser simples leyendas.

 

En la burguesía inglesa del Siglo XIX también encontramos algunos orígenes de esta práctica, aunque con un enfoque menos criminal como el del ejemplo pasado; aquí se dice que los recién casados solían viajar para presentarse como pareja ante aquellos parientes que no habían asistido a la celebración; este viaje además, les servía para conocer nuevos destinos, además de dar inicio a su vida conyugal.

La tradición se expandió rápidamente por el resto de Europa, y se popularizó aún más durante el Siglo XX, gracias a los avances de los medios de transporte y al incremento de la actividad turística.

 

 

2016… De viajes, aventura y mucho amor.

Hoy en día la Luna de Miel es más un viaje y tiempo para dos. Es una temporada conyugal que precede al matrimonio y a la celebración tradicional de estos tiempos; generalmente, debe ser el destino un sitio romántico y exótico, donde la pareja se aísla para formar un espacio íntimo que les permita descansar y crear un espacio de reflexión y el disfrute ante el comienzo de una etapa común que transformará sus vidas para siempre.

No olvidemos además, la llamada “Segunda de Miel”, que aunque no es una práctica frecuente, suele celebrarse entre aquellas parejas que cuentan con varios años de matrimonio y buscan fortalecer sus lazos y descansar de las actividades cotidianas.

 

 

 

Y tú, ¿Ya disfrutaste de este memorable viaje, lo planeas o lo esperas?

Deja una respuesta