Filosofía de los Shriners

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Aquí a los pobres se socorre al punto,

Aquí a los tristes se les da consuelo,

Y espadas mil a defender se prestan,

La bondad, la razón y el altruismo.

 

Por General Brigadier Gabriel Cruz González

12/10/95 Entre los alegres e interesantes comentarios que nacen en torno de nuestra cada vez más concurrida mesa de café, campea el pensamiento dialéctico, pese a algunas formas de pensar un poco diferente a la mayoría de los presentes.

Pero a pesar de ello, es la palabra ardiente y creadora, es la polémica, la controversia que se eleva entre chistes, cantos, oraciones y elegías, así como diferentes pensamientos con un alto sentido filosófico y humano que lo conduce de lo ideal a lo real, de lo abstracto a lo concreto, de lo doctrinario a lo científico y de lo dogmático al conocimiento. Es la palabra de todos los presentes que en esta ocasión. La mayoría “Shriners” activos unos, otros que han visto ya correr los dinámicos años de juventud al servicio de la comunidad; me pidieron que expresara en esta columna, lo que debe ser la filosofía de los shriners lo cual trataré de cumplir con mi barroca pero humilde pluma.

¡He aquí los pensamientos que me vienen a la mente y que sirvan como máximas:

Que la sabiduría y la bondad dirijan el plan de tu vida, la fuerza de la ética lo realice y la belleza espiritual lo adorne.

Como sientas la necesidad de encontrar la verdad para servir, medita y reflexiona si te crees digno de buscarla. Lo será tan solo si te ocupas honradamente y sin doble intención de ser útil a tu sociedad. yY si cada momento de tu vida está dedicado a los fines más elevados:

No temas la vida ni la muerte; menosprecia los disgustos de la una y los terrores de la otra. Se valeroso, firme y lleno de confianza. La inmortalidad corona al digno y al que sirve sin esperar retribución alguna.

La fuerza del hermano shriners se manifiesta cuando trabajan en el templo de la humanidad, que está destinado a reunir a todos los hombres para desarrollar actividades sociales en bien de la comunidad, así como encontrar el culto de lo verdadero, de lo bello y de lo bueno al fin de que al encontrar dentro de su ser la tranquilidad arrojen para siempre la miseria, el vicio, la ambición y la mentira, fuera de su ser.

Cultiva en todo tu ser el deseo de perfeccionamiento ético y espiritual y de contribuir con todas tus fuerzas al ennoblecimiento y al bienestar de la humanidad.

Lo que es la luz para los ojos, es la verdad para el espíritu. Ignorancia, ambición y perjuicio, van de la mano, se parecen a la verdad, como la noche al día; por tanto, aspira siempre a la verdad venciendo todos los errores y los infortunios.

Procura posesionarte de la belleza espiritual. Los medios los encontraras en las obras de pensamientos elevados, a quienes la humanidad reconoce, escoge las enseñanzas con la aplicación de la fuerza que te protege de todos los extravíos del gusto, y que te hace obrar en la vida del modo que te enseña tu razonamiento.

Solamente por este camino llegarás al verdadero conocimiento que te elevará a la categoría de digno ciudadano del mundo.

Trabaja sin descanso para que puedas eliminar tus ambiciones, sobre todo cuando las presentes contra todo precepto legal, aun justificando ignorancia, con el objeto de que pueda llegar dignamente al fin que aspiras y para que la humanidad encuentre en ti el deseo de servirla.

Nunca permitas que te pidan, socorro en vano, si puedes concederlo, procura que jamás te encuentres en el caso de no poder dar cuando lo deseas.

Reconócete, domina tus ambiciones y ennoblécete, solo así podrás servir a los demás.

Nunca permitas que la verdad, la bondad y la virtud se apague en tu pecho; nunca sacrifiques el amor, el honor, la sociedad, la patria o la fe en ti a los bienes egoístas que te rodean, para alcanzar ambiciosamente una meta para beneficio personal.

Evita que el esplendor del oro y la plata deslumbre tus ojos; no te dejes arrastrar por la pasión del goce y la ambición, perturbando tus sinceras aspiraciones; lucha contra semejantes tentaciones, y dedícate desinteresadamente al desarrollo del bienestar de la sociedad necesitada, para desarrollo de todos, y no para la tuya propia, ya que la vanagloria y ambición rebajan las virtudes más elevadas.

No sacrifiques la dignidad del espíritu a la pasajera y vana pompa del mundo ni a la aprobiosa ambición desenfrenada. Todo lo puedes alcanzar por recompensa de tu celo y nobles aspiraciones, no trates de conquistarlo con ayuda de tu vanidad o hacerte maestro de tus apetitos a dueño de sus sentidos.

Conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría. Por tanto aprende a conocer tus virtudes y tus defectos mediante un severo examen que deberás hacerte.

Y para terminar deber concebir un ideal que trates de alcanzar, a fin de ser para la humanidad lo que has de ser, conservando siempre, siempre la razón y la sinceridad de las intenciones.

 

La mano de un hombre shriners

Que levanta al que caído está,

Enseña al ignorante y al humilde,

Y al ambicioso se le humilla presto.

(SINUHE)

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