Por: Diana López
Y como diría aquella canción de Reyli “Y nadie lo planeo así…”, de sorpresa cayó la visita del candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Institucional, Enrique Peña Nieto, el día 9 de mayo del presente en el Centro de convenciones de la ciudad de San Luis Potosí. Más aún, porque al parecer, no se tenía contemplada su presencia dentro del itinerario que forma parte de su gira política.
Y a pesar de todo, aquí estuvo.
Sin llenar por completo el lugar, pero logrando una audiencia bastante considerable. Cientos de personas conformadas en su mayoría por jóvenes, quienes estaban al cuidado del evento, portando camisetas blancas y rojas con el nombre del candidato y los logos del partido al que pertenece, con una sonrisa en la boca y repartiendo botellas de agua a los presentes, así como objetos que sirvieron para amenizar el ambiente.
El resto de las personas, se aglutinaban en las entradas del edificio, buscando el mejor lugar para observar al candidato de su preferencia, aunque no por eso, dejaban de reinar las caras de confusión, aburrimiento o fastidio, entre otros rostros que aplaudían efusivamente, esperando el momento de la llegada del candidato.
Locutores de una conocida estación en San Luis Potosí fueron los encargados de abrir de manera amena el evento, apoyados de una canción de orígen norteamericana repetida una y otra vez resaltando los valores del candidato.
Momentos después entre gritos y aplausos de la gente, hizo su aparición triunfal Enrique Peña ataviado con pantalón de vestir negro y una camisa arremangada blanca, con el emblema del PRI y el PVEM en el pecho, acompañado de su equipo de seguridad quien estuvo al pendiente de aquellas personas que se intentaban acercar al candidato, sin embargo, la pertinencia e insistencia es fuerte, y no hubo quienes se acercaran rápidamente a tomarse una foto con él.
Por más de 40 minutos continuó saludando a la gente repartida en el centro del lugar, y permitiéndose abrazos y fotos de los presentes; mientras que, la gente que se encontraba en ambos extremos, permanecía, ya fuera sentada o de pie, al pendiente por medio de la pantalla gigante situada en la parte central de los movimientos del candidato, que al fin, subió al estrado algo cansado y desaliñado, pero contento y saludando ampliamente a todos los presentes.