“Si no desarrollas una cultura democrática constante y viva,
capaz de implicar a los candidatos,
ellos no van a hacer las cosas por las que los votaste.
Apretar un botón y luego marcharse a casita
no va a cambiar las cosas. “
Noam Chomsky
Por Juan Felipe Cisneros Sánchez.
Cada tres años, esos que dicen que es un oficio ser político, salen quién sabe de dónde. Unos sólo por tener dinero se postulan y quieren ser los jefes. Otros sin dinero, pero con mucha labia, quieren partir el queso presupuestal; otros hijos de papi y mami, suspiran heredar poder por sólo compartir el genoma y, muchos más, sin experiencia o estudio, también suspiran por un gran hueso en eso de la burocracia y así con eso, ya no hacer nada.
Dicen que ya no hay aviadores. Ahora, el mundo de los políticos de oficio es de “nada – dores”. No hacen ni dan nada y ¡nada!
Lo preocupante, es que dicen que la ley máxima (la Constitución) nos impone la responsabilidad de votar y supuestamente de ser votado.
La mera verdad y para no decirles mentiras, muchos, millones de mexicanos y yo mismo; siempre hemos sido votados, pero “botados” a la pobreza.
Más o menos, somos como 53 millones de personas, los que así andamos. Sufrimos de empobrecimiento inexplicable, pues México tiene con qué y ¡hasta le sobra!
Mi mujer y mis parientes, me preguntan ¿si debemos ir a votar? Pero yo mismo, le pienso si debo o no votar por algún “bandidato”.
Miren, la cuestión no es tan fácil, voy a votar por alguien que ni conozco y de unos lo poco que hemos oído o visto de ellos pues da hasta miedo que les demos el voto.
De varios, se habla que han defraudado, otros que hicieron tratos en lo oscurito o que traen negocios sucios o de lavandería, de unos nadie sabe de qué han vivido, pues se la han pasado en campaña electoral buena parte de su vida. ¡Peor ahora!, que hasta actores, actrices, cantantes y deportistas, quieren subirse al teatro, la comedia y la cancha política… pues éste, ya es un espectáculo.
Yo les digo a mis parientes y amigos que piensen bien qué van hacer. Pues tal y cómo está ahora la situación del país, se coloca al voto muy por arriba de lo que se cotiza un producto en la bolsa de valores.
¡Es muy preocupante lo que está en juego! y no se equivoquen: No sólo se está sorteando la presidencia; el horroroso Congreso de la “desunión” o presidencias municipales. En el fondo, es el -Estado de Derecho, el centro de la discusión-.
-La gobernabilidad, y el futuro inter-generacional-.
Fíjense en el siguiente asunto:
1.-Hay un listado nominal para ir a votar. Ahí estamos todos los fulanos y fulanas, que se supone, tenemos que emitir el voto.
En la pasada elección por la Presidencia de la República, existía un listado nominal de 79 millones, 454 mil, 802 ciudadanos y ciudadanas registradas.
2.- Históricamente en México, el abstencionismo representa un alto porcentaje. Los que no salen a votar comúnmente no se sienten representados por ninguna de las siglas partidarias y menos por algún “bandidato”. En menor proporción están los que cuestionan que el sistema político mexicano y su maquinaria electoral es obsoleto, y el modelo de democracia representativa es anacrónico y sólo intenta legitimar un modelo de imposiciones para hacerse del poder político y sus ganancias.
Así es que en la elección sexenal pasada, la abstención llegó al 38.26 por ciento sobre el padrón nominal. Que representan un total de 30 millones 393 mil , 710 de ciudadanos y ciudadanas registradas.
De conformidad a los resultados arrojados por los cómputos distritales para la elección pasada para Presidente de la República; por candidato, sólo participó el 61.74 por ciento de estos ciudadanos y ciudadanas. Que representan 49, millones 061 mil 092 personas.
Los resultados arrojados por los cómputos distritales para la elección pasada de Presidente de la República, por candidato, fueron:
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El “bandidato” que supuestamente ganó fue con tan sólo el 24.19 por ciento sobre el padrón nominal.
El resultado que se publicita a la nación es con respecto a la votación efectiva, pero esta votación ya no es de 79 millones de personas –hablando en números redondos- , sino de solo 49 millones. Es decir:
Que el abstencionismo que fue del 38.26 por ciento, superó al “bandidato ganador”, por un amplio margen. «En realidad el abstencionismo ganó la elección, en otras palabras».
Pero al público, se le vendió una verdad a medias y se difunde por los medios de persuasión (Medios de Comunicación Masiva: TV, Radio, Prensa, Cine), que ganó con el 38.21 % de los votos emitidos, en un intento vano por obtener credibilidad.
Ahí no termina esta reflexión… Si suman, los que se abstuvieron, más los que no votaron por el supuesto, pero “legalmente ganador”, tenemos que el 62.45 por ciento de electores no apoya al supuesto “ganador”. Este porcentaje representó a 49 millones 619 mil 523 personas mínimo.
¿Esto es consenso nacional? ¡Claro que no! Esto es expresión de crisis que los encumbrados en el poder no quieren que se analice.
Este tipo de resultado hace evidente que el que ganó “legalmente”, no necesariamente podrá gobernar al resto. Pues su legitimidad y credibilidad queda en entre dicho. Tan sólo con el componente del abstencionismo, ya emerge un vacío de poder, al sumarle la oposición que tuvo el ganador, el vacío se acrecienta y la capacidad de gobernabilidad disminuye. Así como una ley física, a menos votos, más caos y oposición (a menos que los corrompas). Sólo miren cómo han cerrado los Gobiernos en las últimas décadas.
4.-A río revuelto, ganancia de pescadores. Al generarse este tipo de vacíos, por una institución tan importante como lo es la Presidencia de la República, serán otros poderes fácticos, tanto políticos como económicos, legales o ilegales; los que llenen el vacío ciudadano e impongan una agenda política de temas y prioridades, un ritmo del país, un reparto de áreas geopolíticas y económicas, -incluso por encima del marco jurídico normativo del Estado Nacional-.
La ficción de democracia que hoy vivimos, podría tener un giro, si votáramos todos y todas.
El Club de abstencionistas puede modificar drásticamente esta situación.
No estoy diciendo que con ello, se resuelva: Dije, un giro.
Tenemos que apostar por un periodo de transición hacia una democracia participativa, redistributiva y basada en el respeto a los derechos y libertades. Pero no podremos generar o incidir en la transición, si no asumimos con responsabilidad e inteligencia, el acto de votar.
Por ello, en esta elección, iré a buscar cuál de los “bandidatos”, podría contribuir a la transición que quiero.
Obvio, no iré por más de lo mismo, que no signifique TRANSICIÓN.
Lo que si, no haré es dejar de votar, porque sé que no debemos contribuir al estado de inseguridad, guerra, criminalidad, corrupción, miseria y hambre, que el vacío de poder impone, junto con el ilegítimo poder público, que carente de capacidad para gobernar, han arrebatado al pueblo su bienestar; poniendo en riesgo el futuro de las próximas generaciones y de la propia nación.