El PRI que nunca se fue.

De: Juan José Campos / revistaelite_slp@hotmail.com / Alighieri.21@hotmail.com / twitter: @Juan José Campos

 

“Y si, el País no tuvo motivos para festejar. Las calles no las sentí con ese júbilo. En el fondo se sabe: este hombre no nos representa. Nada, con EPN encumbrado por el poder mismo, y no por el que otorga el pueblo, se puede celebrar. Solo nos queda a partir de hoy la vigilancia y la exigencia a cada momento para no permitir que se consolide ese regreso que de principio, ha nacido de un autoritarismo bien diseñado desde la mercadotecnia. No bajemos las velas, mantengamos la ruta fortalecida de la organización. Este País, por sus jóvenes, por mis hijas adolescentes, por la esperanza de mis padres que esperaban ver un cambio y no regresar a ese sistema que mucho nos envileció y los convirtió muchos años en migrantes ante la falta de equidad y oportunidad. En este País, el camino por la lucha este primero de Julio, tuvo su banderazo de salida. Sepamos vislumbrar y construir tiempos muy nuevos.”

Es innegable no sentir frustración, el coraje,  la impotencia. El camino andado desde los movimientos de los maestros y los ferrocarrileros en los años 50s; la lucha estudiantil que culminó con la feroz masacre contra estudiantes del presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), cuyo afaire– valga recordar ahora- con la actriz, vedette y posterior política Irma Serrano “La Tigresa” fue un punto muy comentado durante su gestión. Los estudiantes que quisieron retomar el rumbo y protestar por el accionar de las autoridades ante el intento de instalar un consejo universitario en la Universidad de Nuevo León y que cuya marcha solidaria en la ciudad de México aquel 10 de junio de 1971 fue frenada por la inmisericorde represión y aplastada en lo que los medios denominaron en su momento como el “halconazo” y fortalecería la Guerra Sucia del populista y locuaz, adalid de los jóvenes y reencarnación del general Lázaro Cárdenas, según sus propias palabras, Luis Echeverría Álvarez (1970- 1976), que entre cientos de desaparecidos acabaría con las “amenaza” que representaban Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, los malogrados guerrilleros mexicanos.

No es posible regocijarse ante la reinserción de quienes, como partido, ejemplifican los más oscuros pasajes de nuestra historia nacional. De los albores más descarados del fenómeno de la  corrupción, el cual alcanzaría su máximo esplendor con el “demócrata”, autoproclamado  “último hijo de la revolución”, el que “defendió” nuestra economía como un “perro” y quien terminó sus días de la mano de una actriz, la también vedette Sasha Montenegro, el incomprendido “escritor” José López Portillo en el sexenio de 1976 a 1982.  Tener un sentimiento claro de saber que se ha burlado nuestro presente por quienes no supieron comprender el continuo renacer de la sociedad civil por la indolencia y parsimonia en este caso del presidente de los “huevos de paloma”, el según las malas lenguas, “cornudo de los Pinos”, el disciplinado tecnócrata Miguel de la Madrid Hurtado. Darse cuenta que en la lucha generada por Cuauhtemoc Cardenas, Manuel J. Clouthier “Maquio” y el Ing. Heberto castillo en 1988, el año de la ruptura, el “principio del fin”, de la caída del sistema se gestó con más esperanza que nunca la posibilidad de ·sacar al PRI de los Pinos. Tener que negar esta lucha que dio inicio al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y que fuera de sus vicios que daría por muchos de sus desleales militantes, también lo ha habido de aquellos que han ofrendado su vida en aras de una resistencia que fortalezca los procesos democráticos de esta nación. No olvidar con este resultado electoral a 300 perredistas asesinados bajo la visión neoliberalista del “Babalucas” Carlos Salinas de Gortari (1988- 1994), padre de familia y hermano “ejemplar” cuya rectitud no le impidió retirar de la tele y desayunarse a la joven actriz Adela Noriega durante su sexenio ante la callada permisión de Cecilia Occelli de Salinas, “primera dama” que perdía ante la “segunda” y que esperaría hasta culminar su mandato para mandar al chaparrito al carajo. El presidente Salinas las podía hacer, pero a él no se le podía intentar ver la cara: una cosa era llegarle en exclusiva a la “quinceañera” televisiva y otra que la estrella juvenil del momento, el cantante Luis Miguel le aplicara lo mismo a su hija Cecilia, y que no hubiera un intento de pararlo en seco para alejarlo de ese manjarcito curtido en los rincones del palacio nacional, rezaron los chismes de la farándula de esos días que a toda costa aplaudieron las “hazañas” de este émulo de Porfirio Díaz cuya bandera según sus principios era enarbolar la imagen y la lucha del general Emiliano Zapata. Díaz y Zapata en la figura de un solo hombrecito: Carlos Salinas de Gortari.

Pero su sueño basado en el autoritarismo más extremo culminó y el inicio del resentimiento de este “líder” comenzó ante la abrupta y vigorosa aparición del Ejercito Zapatista de Liberación nacional (EZLN) aquel 1º. De enero del 1994 en la región con más pobreza, el estado mexicano de Chiapas, ejemplo de las prácticas más terribles de un priismo que se negaba a perder su estatus de poder y omnipresencia.  Un 94 con un magnicidio en la figura del candidato oficial a la presidencia de la republica Luis Donaldo Colosio y de un connotado priista José Francisco Ruiz Massieu en manos de “asesinos solitarios”. “Se están matando entre ellos” se pregonaba en las calles; “Déjalos. Que se embarren en su propia mugre”. La crisis económica, el “efecto tequila” que destrozó múltiples patrimonios y miles de perspectivas de vida en el arranque de 1995, gracias al maquillaje por intentar mostrar ante un incipiente tratado de comercio con Estados Unidos y Canada a un  país que no tenía sustento ni solidez. Ernesto Zedillo Ponce de León es obligado por el dedo del salinato a entrar en el quite de suplir al candidato asesinado y temeroso verse de pronto como Presidente de México de 1994 a 2000 (El sepulturero, lo bautizaría la revista Proceso al término de su mandato en donde encumbraría al PAN a los Pinos). Y durante su sexenio, su esposa, Nilda Patricia, con antidepresivos al por mayor ante esta circunstancia de ver a su atolondrado marido, de la noche a la mañana, convertido en el hombre de más poder en México durante al menos, ese sexenio).

Aguas Blancas y Acteal, Guerrero y Chiapas respectivamente son el ejemplo de la inmunidad y el salvajismo priista en su último jalón del siglo XX. Con la comunidad de “Las Abejas” en Acteal, masacrada a machetazos por un grupo paramilitar apuesto al EZLN; mujeres embarazadas, niños y ancianos la mayoría de estas víctimas mientras el presidente disfrutaba del estreno del “TItanic”, y la telenovelera sociedad mexicana lloraba y se conmovía por el cuerpo de un bebe congelado entre los restos del trasatlántico, pero que era incapaz de condolerse y solidarizarse por nuestros muertos Tzotziles. “Titanic”, ese diciembre de 1997, avizoraba un régimen que poco tenía para sostenerse más.

Y el PRI que nunca se fue. Vicente Fox (el presidente del prozac) defraudó la lucha que venía intentando desde la izquierda de 1988; una lucha que se vio amansada por una oportunista primera “dama”, Martha Sahagún, que en base a la banalidad y el capricho digno del Caras y de la revista Quién volvió la presidencia de la alternancia la frivolidad mas ramplona. Y un Calderón, pragmático y que de manera autoritaria nos endilgó una guerra de miles de muertos con insospechables consecuencias para el futuro inmediato de la historia de esta nación.

Y el PRI no se fue nunca. Insisto. Estuvo agazapado, preparándose, conformando el camino perdido para retornar más glorioso que nunca. Su reinserción en la presidencia de la republica se da de la mano de las televisoras. Sin duda el primer presidente telegénico en la historia de este país.  Y para no variar nuestra historia del melodrama nacional, unido, dentro del guión perfectamente elucubrado desde hace seis años (2006, año en el los poderes facciosos entendieron que el esquema debía cambiar y por ende, adelantarse a lo que pudiera venir. Se comprometieron y lo cumplieron) con la compañía, ahora también, de una actriz de teleseries baratas, pero efectista, cuyo apodo “la gaviota” viene de un refrito que en su reconfiguración, quedo en eso, un refrito de aquel “Café con aroma de mujer” telenovela colombiana cuya descafeinada versión mexicana, dio el empuje para popularizar a esta clienta habitual de las revistas del corazón nacional ante una sociedad que acomodaticia se resigna mientras el circo de los medios le ¿amalgame? su sentir cotidiano evadiendo la reflexión y el análisis siempre tan necesario para un mayor involucramiento con los procesos de cambio que requieren las exigencias de este país.

El PRI que nunca se fue y que ahora regresa con los vicios y la soberbia de saberse invencibles. Pero que no debe de olvidar llega con un porcentaje de 37% de la preferencia, más un probable 28%  del PAN y Nueva Alianza que lo apoyarán porque así ha sido el trato de acuerdo a su interés mancomunados con la historia de este país. Y con un 36 % de una población de izquierda que difícilmente verá y reconocerá a un presidente impuesto por los poderes de facto. Esa es una realidad.

El PRI que nunca se fue regresa. Y queda para la sociedad consolidar la conciencia que en mi muro de facebook he planteado “No son los pueblos que se dice tienen los gobiernos que se merecen. Son sus círculos del poder los que con sus recursos generan las percepciones necesarias para que tenga continuidad sus proyectos. El apuntalamiento de parte de las televisoras durante seis años fue un plan bien articulado sobre una sociedad que ha sido construida a lo que ellos buscan. La educación en manos de líderes caciquiles durante décadas ha dejado su terrible y lamentable huella. La construcción de un país debe ponerse en marcha. Ahora más que nunca. Mucho se ha logrado. Una gran parte de la población ha adquirido conciencia de la importancia de su participación, del accionar. Hoy más que nunca, el claudicar no deber ser la opción. No a las lamentaciones. El camino ya inicio y se tiene que fortalecer. HOY MÁS QUE NUNCA.” La historia, se sigue escribiendo. Y ya es tiempo de escribirla de otra manera. Antes de que nuevas víctimas se sumen a nuestro listado histórico.

 

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