Eduardo Balestena
“La sensibilidad es el estilo”
Encarnando a un viejo escritor en la película Providence, John Gielgud
Desde muy chico me deslumbraba la metáfora: decir que una cosa es como otra o describir algo a partir de las asociaciones que producía. Supe entonces que iba a ser escritor del mismo modo que algún día iba a ser piloto –porque ya desde entonces me fascinaban los aviones tanto como me fascinaban las motos-, aunque fuera imposible de imaginar cuándo y cómo.
Mi papá trabajaba en el juzgado de Paz y con un préstamo del Banco Hipotecario mis padres fueron construyendo una casa –tenía una cocina, living y una habitación y el agua provenía de una bomba de mano que estaba en el fondo. Antes de ir a trabajar al juzgado mi papá iba en su moto Douglas a los hornos de ladrillos de un pueblo cercano a Mar del Plata, vecino al Aero Club.
Al lado de aquella casa de un barrio que entonces era campo- vivía una mujer sola: se convirtió en Tía Ada y su voz al contar y su lirismo fantasioso y las cosas que me leía fueron, junto con los libros de la Biblioteca Billiken, mis puertas de entradas al cautivante, imprescindible y siempre renovado mundo de la literatura. Desde entonces leer y vivir fueron casi lo mismo.
De mí mamá saqué el dolor, la sensibilidad, el modo en que cada cosa llegaba hasta el fondo de su alma y las más de las veces la lastimaban y de Tía Ada aquellas historias cautivantes.
El hogar de leña, los eucalpitus, las calles de tierra, el paisaje del barrio, la moto Douglas, mi mamá y su niñez desvalida, los cuentos de Tía Ada: eso es la literatura. En el fondo no hay otra cosa.
Con el correr de los años sólo le agregaría palabras a todo aquello que sentía entonces. La literatura es la necesidad de recuperar parte de ese mundo sencillo y misterioso. Me limité a agregarle cierta aptitud para analizar cosas, es por eso que la novela alterna con el ensayo como dos momentos: necesidad de sentir y necesidad de entender.
Tardé mucho en comenzar a escribir, pero apenas escribí mi primera novela sentí que aquellas piezas se vinculaban y que todo adquiría forma, que la belleza es una de las maneras, acaso la más absoluta, del amor y que mientras yo pudiera escribir aquel mundo primordial se mantendría vivo.
Mi mamá no vivió para verme escritor, tampoco Tía Ada y la literatura es el intento de remediar esa irremediable circunstancia.
Sentir, entender, añorar, aventurarse a lo nuevo: el misterio de la creación es transitar todo eso y sentir que al hacerlo encontramos el sentido de nuestra vida.