No es precisamente comiendo en familia, estrenando ropa de cierto color, dar la vuelta a la manzana con maletas en mano y adornar la casa,
sino aquel en el que podamos tener un final adecuado, una preparación y un nuevo comienzo.
Esto significa mantener un año delante de Dios para revisar y resolver nuestra condición a partir del año que pasa. Es como hacer un inventario no únicamente por el exterior sino revisando cuentas interiormente para ser balanceados.
No solo debemos tener una conclusión conforme a nuestro peso, carrera, educación y asuntos domésticos, sino ir delante de Dios y considerar cómo hemos pasado cada minuto de nuestro tiempo, las cosas en las que fracasamos y también en las que hemos vencido; en cuáles respondimos a las demandas del Señor y en cuáles rechazamos Su voluntad.
Cada cambio en nuestra experiencia espiritual implica luz, sea un año nuevo, mes o día. Cuando nos encontramos con Cristo quien es Dios y luz, hubo un cambio. Así Dios en Cristo, es nuestra lumbrera… Sin el sol no hay días ni años y sin la luna, no hay meses. Así mismo, si las personas no encuentran a Dios en Cristo, no hay cambio espiritual.
Buscar el rostro de Dios y conocerlo, nos trae a nuestra condición pasada y presente colocándola frente a Su rostro para recibir Su resplandor, entonces tendremos un nuevo comienzo. No debemos considerar nuestros días de una manera suelta porque si queremos pequeños o grandes cambios, debemos encontrarnos con Dios.
Orar en este tiempo para recibir iluminación en cuanto a nuestra escasez, debilidades, fracasos y errores serán dejados, dándoles fin al ser confesados ante Dios, perdonados y limpiados y por supuesto no los traeremos en el nuevo año puesto que será un año terminado pasando de muerte a vida en resurrección como experiencia viva.
Permanecer en nuestras viejas mavera de ser buena o mala, es un acto de indiferencia que afecta a nuestro propio ser y también a la voluntad de Dios.
Normalmente la gente del mundo celebra exteriormente la llegada de un nuevo año: comiendo, bebiendo y sentándose a jugar, no experimentando un nuevo comienzo, porque no pasan tiempo para reunirse con Dios… este es un tiempo más bien de desolación y vacío en el que Dios se entristece por nuestra situación personal en la que le somos infieles y en la que alrededor, hay infinidad de pecadores que no han sido salvos, en la que hay una gran escasez de la palabra en muchos creyentes, que hay falta de logros en cuanto la voluntad de Dios y frustración en cuanto a Su plan… y en la que nosotros deberíamos estar llenos de arrepentimiento.
Esdras 7:9 habla del primer día del primer mes, diciendo: “el día primero del primer mes él comenzó a subir de Babilonia”. Un lugar de degradación, esto es muy significativo. Según el versículo 8:21, Esdras proclamó un ayuno para todos los israelitas que tenían la intención de regresar a la Tierra Santa “para humillarnos delante de nuestro Dios a fin de pedirle que nos muestre camino derecho para nosotros, para nuestros niños y para todos nuestros bienes.”. Todos los israelitas que abandonaron Babilonia _un lugar de degradación y cautiverio_, necesitaron ayunar el primer día del primer mes para afligirse, confesar, lamentarse y arrepentirse ante Dios, pidiéndole Su gracia y misericordia.
Si, por la misericordia de Dios, nos encontramos con Dios y somos iluminados por Él al comienzo de un nuevo año del calendario, nos lamentaremos y lloraremos en lugar de celebrarlo. Ayunaremos en lugar de festejar y estaremos afligidos en lugar de regocijarnos. Lloraremos y lamentaremos, y oraremos haciendo peticiones. Entonces realmente tendremos un nuevo comienzo de un nuevo año espiritual. Que el Señor sea misericordioso y bondadoso con nosotros. Que estemos bajo Su iluminación y recibamos Su misericordia. Tal búsqueda nos llevará a la victoria y nos librará de lo mundano y de las celebraciones asociadas con un nuevo año del calendario.
Bibliografía: Varios. (1 de febrero de 2012). Esdras. En Santa Biblia Versión Recobro(p.879). Anaheim, California: Living Stream Ministry.
Palabras del ministerio.