¿Cuál es la moralidad más elevada?

mafalda

Es aquella en la que los atributos divinos son añadidos a nuestra humanidad y son expresados.

Durante un periodo de mas de mil quinientos años, Dios preparó para nosotros la Biblia, libro que puso en nuestras manos. Además de un espíritu humano que sirve para contener Su Espíritu.

El Espíritu está por dentro y la Biblia por fuera, al combinar los dos, ejercitamos nuestro espíritu tocando la vida humana de Cristo. Inhalamos su Palabra constituyéndonos de ella.

Sin duda cuando el hombre fue creado, solamente poseía la imagen de los atributos de Dios, pero no tenía el contenido ni la realidad. Es por eso que debemos recibir a Dios en nuestro ser para que Él llegue a ser nuestro contenido; esto equivale a vivirle (a Él) y no a nosotros mismos.

El primer aspecto de estas virtudes excelentes es el amor, a tal grado, que amamos a nuestros enemigos. Ser comprensivos es perdonar de forma ilimitada; porque un corazón estrecho  y una mente obtusa no tienen la capacidad de perdonar.

Por lo tanto para relacionarnos con otros, debemos abrirnos con los demás siendo consistentes y fieles sin precedentes; con absoluta humildad, modestos; humillados, reducidos más no menospreciados; justos a lo sumo, sin tacha alguna; limpios con una mente pura.

Todo lo que hagamos debe ser hecho en la luz y nada en lo “oscurito”; completamente rectos y honestos, nada suspicaces, no mirar atrás ni desviarnos.

Vivir mezclada nuestra humanidad con la divinidad de Dios magnificando la humanidad de Cristo en nuestro cuerpo, sea por vida o por muerte. Cuidando que nuestra humanidad no sea un problema.

Sin amor, perdón, fidelidad, humildad y pureza de corazón, todo lo que digamos o hagamos es mentira.

No debemos esperar ser regulados por el gobierno, un tribunal de justicia o por un agente de la policía ni ser regidos por nuestra propia conciencia, sino que debemos permitir, que otros nos vean que estamos en Dios, que expresamos Cristo y es nuestro vivir sin importar las circunstancias, porque Él es nuestra humanidad. Pero si nosotros nos degradamos y caemos, abandonamos nuestra oposición y nuestros derechos como hombres. Seremos echados, excluidos del reino de Dios y también hollados por los hombres, tratados como polvo, descalificados, nada distinguibles de los incrédulos.

Dios da a cada uno la oportunidad de elevar su humanidad pero si nos degeneramos nuestra condición será baja. Alejandro no tenía una humanidad apropiada y causó males a un siervo del Señor y Demas amó tanto el siglo presente que abandonó a Pablo.

Todo lo que es verdadero, honorable, justo, puro, amable y de buen nombre, desde la perspectiva del hombre son imposibles de lograr, pero posibles por medio de Aquel que nos reviste de poder. Cristo manifestado en nuestro cuerpo y expresado por nuestra vida, quien no nos exige por la fuerza sino que nos atrae con Su amor. En Él, no hay aspereza porque su humanidad es fina, perfecta, equilibrada y recta debido a que posee la naturaleza divina y la naturaleza humana de modo distinguible.

¡Que gran responsabilidad! 

“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se hace insípida, ¿con qué será salada? no sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. Mateo 5:13-14

Necesitamos ser en cuanto a nuestra naturaleza. la sal con la capacidad de salar esta tierra para que no sea completamente corrompida y la luz como nuestra conducta para resplandecer el mundo entenebrecido.

 

Bibliografía: La Biblia Versión Recobro, y como dice el hermano Barber, “son palabras nacidas de la experiencia” la cual fluyen como ríos de agua de vida en mi interior.

 

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