En nuestra vida de Iglesia edificada
Necesitamos ser impresionados apreciando la base de la administración de Dios. La Gloria de Dios como Su morada nos conduce interiormente para contemplarle desde el oriente donde se levanta el sol y resplandece.
La gloria de Dios es Dios mismo manifestándose, por lo tanto expresarle corporativamente es un maravilloso atributo divino en nuestras virtudes humanas. Esta la posición que Él necesita para obtener reposo y satisfacción. En este proceso de transformación somos introducidos en Dios mismo.
Éxodo 8:3; 9:3; 3:19; 11:23. Ezequiel pudo ver como se alejaba la gloria de Dios, debió haber sido muy desalentador debido a que fue forzado a retirarse de la tierra poco a poco. Primero dejó el templo, luego la ciudad y finalmente al pueblo, debido a que los hombres introdujeron ídolos.
La gloria del Señor no tolera las imágenes: ¿No vez hijo de hombre lo que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas? Porque ellos dicen, _No nos ve Jehová… yo actuaré en contra de ellos en mi ira… y aunque griten a mis oídos con gran voz, no los escucharé… y la gloria de Dios se apartó.
Hoy día tampoco el Señor tolera los ídolos que tenemos dentro de nosotros, y el que la gloria de Señor se aparte, es resultado del juicio de Dios retornando a los cielos. Caer es estar en contra de la gloria de Dios y estar en iniquidad, es estar fuera de la gloria de Dios. Por ello, sólo está donde puede ser expresado, en Su morada. Esta gloria llega a nosotros con Dios y después que se forja regresa a Dios con nosotros. Vivir esta experiencia nos permite permanecer en Su presencia con alegría y sencillez de corazón.
Hemos sido presentados para esta gloria, y llamados a la misma como atributo divino..
Por tanto, todo lo que hacemos debe incluir la gloria de Dios, como la palabra constante para el momento. Dios se mueve en el presente porque …”Cada día traerá su propia inquietud”… Mateo 6:33, Santa Biblia Versión Recobro
El pasado ya se fue y el futuro no se sabe.