Y ahí estaba yo. Preparando mi cámara, emocionada por practicar mis conocimientos recién adquiridos en el curso de fotografía que acababa de terminar e impaciente por ser testigo ocular de un fenómeno que, según dicen, volverá a repetirse en octubre de este año. Pero era la primera vez que vería uno así, y era emocionante.
Y llegó la hora en la que todo comenzó. Me armé con toda la utilería y salí al patio. El aire era fresco, y con miedo, pensé en el pronóstico del tiempo que había consultado hacía unas horas. Sin embargo, pensé que podría ser una falsa alarma, como la mayoría de las veces; sin embargo, en San Luis Potosí, la madre naturaleza nos juega muy malas pasadas con el clima casi a diario.
El eclipse comenzaba a iniciarse. En un principio, mis párpados cansados me sugerían que podía esperar al siguiente, pero hice un esfuerzo y dejé que el aire que cada vez se tornaba más fresco me espabilara.
Observé como una pequeña sombra comenzaba a cubrir a la luna lentamente. Emocionada, apunté y disparé un par de veces, admirada de poder capturar ese bello momento. Ajusté varias veces las funciones de la cámara, con el objetivo de captar cada uno de los detalles que llenan de belleza a nuestro satélite.
Estaba previsto que más o menos a las dos de la mañana alcanzara el eclipse su máximo punto y la luna comenzara a proyectar ese color que le daba el título de “Luna de sangre”. Así que comencé a entrar a intervalos a mi casa, revisando las fotos y el proceso de dicho fenómeno. Así mismo, visualizaba las publicaciones en redes sociales que la gente y páginas especializadas como la NASA hacían, dándole seguimiento. Tanta gente estaba sacrificando horas de sueño para ser partícipes de este evento.
Contenta, capturaba el cielo limpio que mostraba una luna brillante ya casi cubierta en su totalidad…
Y así, en un instante, regresé al cómodo sillón dentro de mi casa; eran cerca de las dos de la mañana… Y pasados unos breves minutos, escuché como el aire se tornaba más fuerte, y por ende, más fresco.
Salí un poco más abrigada al patio, preparé la cámara y enfoqué…
Y entonces…
Entonces no vi nada más que un cielo gris cubriendo todo mi patio, todo el cielo… Toda la luna… Cubriendo ese eclipse que tanto furor había causado desde hacía unos días en todo el mundo…
¿Y entonces?
Pues qué…maldije a las nubes, al pronóstico del tiempo, al mueble que se me atravesó y me hizo tropezar y me fui a dormir.
(Al menos les muestro lo poco que pude captar).