Hoy hablo desde mi trinchera, como ciudadano, como mexicano, como periodista, como hijo, hermano y amigo. No se trata de escribir por escribir, ni de hacer palabras huecas, sino de periodismo, de intentar regresar a las letras de Leñero, de Sherer, Cortázar, Pacheco; de los librepensadores. Se trata de escribir por los que aún viven, por los que han dejado grandes páginas en nuestra historia, por los perseguidos del gobierno y por los que han sido silenciados con un arma o con el exilio.
Son días en los que el trabajo periodístico se agita, tiempos en que nuestro México vive la transición política por los tan ansiados puestos de elección popular (gubernaturas, alcaldías, diputaciones, en fin, todos los que aspiran a ser funcionarios públicos) en los próximos comicios electorales del 7 de Junio de 2015, por lo cual desde octubre de 2014 los partidos políticos han echado toda la leña al asador, comenzando por la guerra interna y posteriormente la batalla campal entre ellos: PRI, PAN, PRD, PT, Movimiento Ciudadano, MORENA, así como los partidos de reciente registro como Encuentro Social y el Partido Humanista, sin dejar de lado a los Candidatos Independientes que lucharán por restarle votos a los partidos de siempre para conservar su registro ante el INE y de paso conseguir algún puesto de elección popular.
En todo medio de comunicación es ya apreciable la gran cantidad de spots y programas pagados por los partidos para publicitar a sus candidatos, eso sin contar la contaminación visual permanente en las calles con los costosos espectaculares promoviendo partidos y candidatos. También comenzaron ya las visitas de los candidatos a los medios de comunicación, en los cuales es notoria la forma tan ramplona en la que algunos comunicadores interactúan con los actores políticos, cualquiera se pregunta dónde queda entonces esa parte del periodismo que cuestiona, que investiga sobre las propuestas de estos aspirantes a funcionarios públicos y cómo piensan llevarlas a cabo una vez que lleguen al poder. Se trata, básicamente, de no convertirnos en voceros de la clase política, o – como un buen amigo los nombra- comunicadores de la “prensa prostituta”.
Quiero invitar a mis compañeros comunicadores (periodistas, reporteros, fotógrafos) a cumplir con el trabajo de informar con veracidad, de ser asertivos al presentar la información en cualquier formato que utilicen, pues debe llegar al público de manera clara, pareciera en ocasiones que hacemos lo contrario al esmerarnos confundiendo al ciudadano con dimes y diretes, elevando el chisme y la grilla política a nivel de columna o editorial.
Quiero invitar al público a revisar la información y enterarse de lo que está sucediendo, para que no se vaya con la finta, y no sólo esperar la despensa o el billetito a cambio de un “voto”, porque el regalito se acaba en menos de una semana, el elegido dura tres o seis años. Es tiempo de pensar ¿por quién van a votar? Sé que muchos dirán “yo ya estoy cansado, no voy a perder mi tiempo”. Pero ¿vas a permitir que otros elijan por ti? Hay muchas opciones: te puedes quedar con los partidos de siempre o con los nuevos, con los candidatos independientes, hasta puedes votar por Cantinflas, el burro Cleofás, por ti, por un hermano y así cumplir con el ejercicio de votar. Anular tampoco es la opción: se trata de sumar votos, no de que se pueda dar algún chanchullo con tu voto y se lo den a otro “por horror, digo por error”. También tienes la alternativa de elegir los medios de comunicación que sí te informen y no solamente aquellos que te venden los rumores como datos probados o que privilegian la desinformación sobre cualquier otra manera de comunicar. La decisión, al final, es tuya.