Confesiones

Confesiones

-¿Hay algo que no me hayas dicho?-, me preguntaste.

Estabas junto a mí, acostado y con el sueño en la mirada, pero no querías que fuéramos a dormir.

Yo te sonreí, cerré los ojos y suspiré.

-Probablemente.

-¿Qué es?-, dijiste.

Una serie de sensaciones me invadieron al abrir los ojos y detenerme en ese rostro que estaba ahí. En ese rostro tuyo. Comencé a recorrer tus ojos, tu nariz y me detuve en tu boca; en esos labios que me enloquecían cuando me besabas. Volví a sonreír y sonreíste conmigo; notaste que te estaba observando detenidamente y te sonrojaste un poco… Y volví a suspirar.

-Veamos…-, dije con voz calmada- quizá no te he dicho cuánto me gusta verte trabajar. Me gusta esa mirada que adoptas de concentración. Me gusta que cuando salimos a comer, te sientes lo más cerca de mí para poder darme besos en la mejilla y abrazarme.

Me gusta cómo tus manos encajan perfectamente en la mía y cómo la estiras para que yo la tome cuando andamos por la calle…

Me tumbé boca arriba en la cama y cerré los ojos.

-Quizá tampoco te haya dicho que me gusta oler el perfume de esa botella vacía que me dejaste. Que conservo cada una de las flores que me has dado, aunque estén secas y los pétalos quieran quebrarse en pedazos. Que cada ticket o boleto al cine o del lugar que hayamos visitado lo conservo como un amuleto en mi cartera… Y que llevo una foto tuya también.

En este punto, se me quebró la voz y abrí los ojos, dejando que una lágrima rodara por mi mejilla. Volteé a verte y ya estabas profundamente dormido… Volví a contemplarte y pensé en que verte así también era algo me fascinaba y quizá tampoco lo sabías.

Entonces te envié un beso y susurré: Descansa mi amor.

Cerré la sesión de la webcam y coloqué la computadora en su lugar. Me situé en medio de la cama y apagué la luz, dejando que la luz de la luna inundara el cuarto.

Estiré la mano hacia mi mesa de noche, tomé la botellita de tu perfume y la retuve entre mis manos, la destapé y ese aroma tuyo me inundó los sentidos. Me inundó el alma.

Entré en las sábanas y antes de caer en un sueño profundo donde esperaba que estuvieras, dije en voz baja las palabras de cada noche.

Te amo.

Te extraño.

Y te extraño. (R.R.L)

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