Casilla 1001 en Col. Universitaria, Capital de San Luis Potosí.

Con mucha afluencia y en perfecto orden pudimos votar con mucho ánimo en medio de la refrescante lluvia que empapó los ánimos pero que no logro desanimar a los que conscientemente emitieron su boleta.

Acostumbrados al abstencionismo electoral como uno de los flagelos más importantes de las democracias consolidadas alrededor del mundo; sus causas son multifactoriales, y van desde la simple apatía, hasta un acto consciente de rechazo a los sistemas electorales y de partidos. Algunos países lo han tratado de resolver de manera muy positiva a través de la modalidad del “voto obligatorio”. En México, a pesar de que en la Constitución se establece puntualmente que el no votar trae como consecuencia la suspensión de la ciudadanía, con todos sus efectos legales inherentes, sigue siendo una ley imperfecta al no establecer los procesos por medio de los cuales se aplicaría tal sanción, y como  consecuencia: existe mayor abstencionismo.

lo cierto es que al referirnos al término abstención, hacemos mención a un actuar negativo. Muy a pesar de que en la mayoría de los regímenes democráticos la calidad de ciudadano conlleva derechos y obligaciones, entre las que se encuentra el deber cívico o moral de votar, solo algunos ordenamientos lo convierten en deber jurídico, pero no todos ellos le asignan una sanción para su incumplimiento, pues lo dejan al libre albedrío del ciudadano al decidir simplemente no participar en el acto de votar aun teniendo derecho y obligación a ello.

Nuestro sistema electoral alcanza un 58% de abstencionismo.

En tales condiciones, el abstencionismo electoral sólo queda como referente estadístico que enmarca el fenómeno más amplio de la apatía participativa, pues sólo muestra el porcentaje de los no votantes sobre el total de los que tienen derecho de voto.

Una manera en que los diferentes países han tratado de contrarrestar el fenómeno del abstencionismo es encadenando el derecho a votar, a la obligación de hacerlo frente al derecho de recibir servicios por parte del Estado, pues en los países que lo han hecho así el nivel de abstención desciende notablemente al establecer el llamado voto obligatorio.

 

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