Por Iliana Agudelo Suárez.
Soy feliz cuando hago yoga, no me agota ni me ahoga,
Tú das clases muy bonitas, a todos nos tranquilizas.
Pero a veces vienes fuerte, como ves… no tengo suerte,
pues si empujas mi espaldita, me lastimas mi colita.
Las asanas que nos pones, son tremenda ¿Qué supones?
¿Que las haga con soltura, respetando curvatura…?
Adho Mukha, Chaturanga, tú me dices que las haga,
sin embargo le echo ganas y tú siempre me regañas.
Ya no puedo… ya no aguanto, ahí te dejo yo ya parto,
a otro mundo con los muertos, a buscarme nuevos retos.
La calaca es mi amiga y ella poco a mi me obliga,
a encogerme y a estirarme, como tú solías doblarme.
Ya por eso no regreso… ya me voy y te confieso,
que si sigues de canija no te dejo tu cobija.
Corre y ponte ya tu toga… o despide al Hatha Yoga
Te lo advierto yo no miento… o te apuras o te tiento…