«El Principito», Antoine de Saint-Exupéry
Reflexiones Valiosas:
No es igual. ¿Qué fue primero, deseo, vanidad, lujuria, entrega?
Amar, querer. ¿Por dónde empezar? ¿Aprendimos a amar o sólo a querer? Es que, entonces, ¿Hay alguna diferencia?
El gusto y la necesidad, son sensaciones muy primitivas que hemos venido refinando, en algunos casos, hasta el punto de la sofisticación. Y aun aquí hay grados superlativos que van de la excentricidad hasta la perversión patológica.
Digamos, por ejemplo, que a usted le gusta una camisa en un escaparate comercial, la mira y sus ojos brillan y se imagina usted con ella puesta, y siente que algo vibra en su interior. ¡La quiere! Es decir, el deseo nacido del gusto visual y de la imaginación, despertaron un nuevo sentir: “la quiero conmigo, en mí…” Imaginar lo que dirán los demás cuando lo vean con esa camisa… según su sensación de excitación, “un algo dentro de sí” tomará la decisión: ¡La compro! Y el precio no importa si usted tiene esa libertad… ¡La compra! Pero, ese dinero lo iba a destinar a otra cosa. ¡La quiere y punto!
Ahora la camisa es suya. Aquí está la sensación de logro. ¡Ya es suya! Por sus venas corre dopamina y le da esa sensación de triunfo… un objeto que alimenta la fragilidad de su ego, por eso llamamos “vanidades” a esas sensaciones producto de lo sensorial.
Ahora bien, una madre puede sentir toda esa adrenalina, que no la dopamina, ¡Sino oxitocina! y la sensación es de ¡Lo tengo porque lo tengo! Altas dosis de oxitocina generan las contracciones uterinas para “tener” a su hijo. No se refiere al acto de poseer, ¡Sino de parir, de entregar a la vida! Ella está entregando no su quincena por una camisa, sino ¡La vida por su hijo!
“La diferencia es altamente notable entre: querer tener, querer y dar algo por ello”
Entonces, la diferencia es el precio… Lo que estás dispuesto a dar por ese logro; pero no por poseerlo, como la camisa. Sino de darle la vida, de estar dispuesto a todo por la vida de ese nuevo ser y cuidarlo, protegerlo con uñas y dientes… ¡Esa es la disposición del amor! Y aplica para el amor a otra persona, con la sabida renuncia de la posesión.
No es una camisa para enaltecer tu ego, es un ser humano al que darás todo de ti para que su vida y su experiencia sea bella y feliz.
Entonces, el amar, conlleva una sabia renuncia al deseo de poseer. He aquí la otra diferencia.
Amig@ lector, este amor que en la parafernalia comercial pretendemos celebrar, es válido como amor, si en esa emoción de querer estar al lado de la persona amada, con toda la bioquímica generando las cosquillas y el mariposeo del plexo solar que implica desear intimidad, tocar, acariciar y toda la sensualidad de la sexualidad que se despierta porque un instinto básico se ha activado al correr oxitocina que motiva a la unión sexual como inspirador de la perpetuación de la especie. Ese conjunto de sensaciones implica un deseo de reciprocidad… que la otra persona sienta lo mismo y le mariposee “el estómago” y corra por sus venas no sólo dopamina y adrenalina, sino oxitocina… Y con ello, desear lo mejor para esa persona… ¡Y estar dispuesto a todo! Para otorgar la vida misma en aras de la buena vida, de la paz, de la salud, del bienestar de la persona amada… Y sentir que ella, desea lo mismo para usted. Entonces, sucederá la magia de la sabiduría del amor: Si amas algo, déjalo SER. Eso es libertad de amar. Si eres alguien que contribuye a la vida, llevas amor, y, si te gusta una flor, la admiras y la dejas vivir… pero si eres un ególatra necesitado de poseer para enaltecer tu frágil ego, querrás arrancar la flor y llevártela para decir que es tuya, pero ella estará muerta y tú pensarás que está viva y se marchitará hasta secarse. Ella murió cuando la arrancaste, aun si fue con mucho cuidado y la encerraste en un fino florero… ella es un adorno, pero está muerta.
—Te amo —le dijo el Principito. —Yo también te quiero —respondió la rosa. —Pero no es lo mismo —respondió él, y luego continuó. —Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
Amig@ lector, le regalo un “abrazzo” de amistad. Por cierto, las palabras “amar, amor, amistad, mamá, mom…” y muchas otras derivadas, provienen de la voz más antigua del lenguaje humano: “am”. Tenga un feliz día de amor. Recupere su amor. Sea lo que fuere que usted quiera entender, recupere su amor propio.
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