Alaquines, un breve recorrido y su presencia Pame.

 

De Hugo Cotonieto Santeliz

El actual territorio que se conoce sobriamente como Alaquines (municipio de la Zona Media potosina) es nombrado en toda la región pameana como San José de los Montes Alaquines”. Este fue un territorio de amplias dimensiones, considerado como una zona de amortiguamiento entre los grupos recolectores-cazadores del centro-norte de México y las sociedades agrícolas de la antigua Mesoamérica, constituyéndose como un “espacio de interrelación” entre grupos fronterizos de distinta cultura.
En este lugar se sabe que hubo indios “alaquines” de condición seminóma, así como también xi´ui –o pames– que lograron resistir a la presión y exterminio que los españoles impusieron. Ya que se les consideraba genéricamente a los pames como indios caribis (sinónimo de chichimecas) por su añeja relación con los ximpeces y jonaces, como más tarde en la reducción en las Misiones franciscanas junto con mascorros, coyotes y guachichiles, los xi´ui no fueron plenamente exterminados ya que eran vistos como los menos belicosos y entre los más pacíficos (su resistencia en todo caso radicaba en el repliegue constante hacia los montes, o el suicidio por ahorcamiento).
San José de los Montes Alaquines” se fundaría hacia el siglo XVII para reunir a dichos indios dispersos en las sierras, con el propósito de explotar las tierras, minas y obtener mano de obra indígena, así como tener el control espiritual y corporal de un buen número de indios pames. De este modo, la asimilación forzada a la cultura dominante española echó mano de la presencia otomí para “sedentarizarlos” e integrarlos en pueblos y estancias, cosa que se complicó sistemáticamente.
Así, la huida a los montes fue la estrategia para mantener un lugar de
refugio y continuidad cultural; hasta donde la presión de los militares, clérigos, estancieros y hacendados se lo permitieron. La presencia intermitente en las zonas de congregación fue característica de los pames, hasta que las nuevas leyes emanadas de la revolución mexicana establecieron condiciones de reconocimiento y asentamiento para los indígenas, en negociación con las haciendas de la región.
De este modo, las actuales comunidades y rancherías donde habitan los pames de Alaquines remiten a esa distribución más bien dispersa en la serranía de amplios bosques de encino y extensiones que ahora son milpas y potreros de ganado vacuno.

Si bien es cierto que forma parte del territorio reconocido plenamente como La Pamería Norteña, la población indígena asentada en Alaquines es cada vez menos. Los ranchos xi´ui representativos son La Colonia Indígena, El Infiernito, La Olla del Durazno, San José del Corito, Cañón de Guerrero y El Llanito, principalmente. En algunos de estos ranchos se ha registrado una organización social articulada en la figura del Gobernador Tradicional en estrecha relación con la representación del comisariado ejidal y las autoridades locales –juez auxiliar–, aunque a diferencia de La Palma o Santa María Acapulco, los especialistas rituales y la figura del consejo de ancianos está más bien ausente. Sin embargo, la herencia de concepciones, costumbres y tradiciones xi´ui siguen vigentes en el ámbito privado, como el uso de la lengua materna, los rituales y celebraciones de muertos durante todo el mes de noviembre, así como algunas creencias y prácticas vinculadas con la medicina tradicional.
En La Olla del Durazno, El Llanito y San José del Corito, algunas discretas casas de vara y techos de palma evidencian la imagen ya familiar de la Pamería. En una de estas casas de carrizo y madera, don Aniceto Torres de 57 años recuerda su época de niño, cuando los mestizos ganaderos los discriminaban por hablar “la idioma” y por eso poco a poco fueron dejando en desuso la lengua materna. Sin embargo, él aún recuerda y repite algunas palabras en xi´ui. También, como parte de una añoranza, recuerda cuando antes se hacía “todo el festejo del mes de las ofrendas” en noviembre, cuando se celebraba a los muertos con música de vara o minuetes, que aún se toca en algunos ranchos, como La Olla del Durazno. Así, los recuerdos viajan a la época en que el ciclo agrícola organizaba los tiempos de siembra y festejo, cuando se llevaba la semilla y los animales al campo para recibir la bendición divina; la celebración de la Santa Cruz en los cerros de la región; la procesión de cruces por los ranchos.
El recuerdo queda y ciertas prácticas xi´ui aún siguen presentes en la vida cotidiana de los más viejos; se han adecuado a tiempos cambiantes, al trabajo fuera de su terruño en las carboneras, la albañilería, la pizca del carbón y otros más, han adecuado sus tierras para potreros donde se cría el ganado vacuno y se continúa cosechando el maíz en las fértiles tierras serranas de Alaquines, un referente que los sigue uniendo con su historia.

1 Antropólogo Social, Profesor Investigador del Centro INAH-San Luis Potosí.
2 El pame norte es la variante dialectal que se habla en La Palma, Alaquines y Ciudad del Maíz. La otra variante es sureña y corresponde a la región de Santa María Acapulco y los límites de Querétaro y San Luis Potosí.

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