
A ochenta años del ataque japonés a Pearl Harbor
La novela Justicia de un hombre solo, de Akira Yoshimura relata la minuciosa destrucción de Japón por parte de los aviones B 29 norteamericanos: un masivo asesinato de población civil, con un nivel de ensañamiento quizás superior a los bombardeos sobre Alemania.
Se trataba, para entonces, de una populación que había padecido el hambre a lo largo de toda la contienda bélica y que desde hacía más de una década vivía en permanente estado de guerra y sojuzgada por el imperialismo militarista impuesto bajo la dictadura del ejército.
También aborda lo que significó el gobierno de ocupación por parte de Estados Unidos de Norteamérica.
Las consecuencias –como las mencionadas- del ataque a Pearl Harbor fueron algo que quienes lo idearon jamás hubieran podido imaginar.
Una minuciosa reconstrucción
“El domingo 7 de diciembre de 1941 la flota norteamericana del pacífico fue atacada y parcialmente aniquilada por los japoneses en Pearl Harbor, ello condujo a la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.”
Tal es el enunciado de la escena inicial de la película ¡Tora, Tora, Tora! (¡Tigre, tigre, tigre!) (1970) que recrea esta etapa de la historia.
Un imperio en el pacífico
Desde 1931, en que el ejército, sin conocimiento del gobierno civil, invadió Manchuria, el Japón, bajo la dictadura militarista de dicha arma, buscaba expandirse a los fines de conseguir recursos para su maquinaria bélica y formar, bajo su dominación, un vasto imperio en el pacífico. Hubo persecuciones y asesinatos de políticos contrarios a esta postura. El mismo almirante Yamamoto (1884-1943), arquitecto del ataque a Pearl Harbor fue amenazado.
En 1937 Japón invadió China y produjo la masacre de Nankín, con el asesinato de unas doscientas mil personas. Ello provocó el rechazo del mundo y la imposición de un embargo de materias primas por parte de Estados Unidos y más adelante, al producirse la invasión de la Indochina francesa (1940), hubo nuevas restricciones, entre ellas a las exportaciones de petróleo -que cesaron en julio de 1941- que significaban un 80% del consumo de Japón, que de inmediato aprovechó la guerra en Europa, con la consiguiente debilidad de las colonias en el pacífico, para planear la invasión de Tailandia, Birmania, Hong Kong, la isla Wake, Guam y las Indias Orientales Neerlandesas.
Desde la década del veinte, bajo el poder del ejército, la vida social se encontraba fuertemente militarizada y los jóvenes eran formados como soldados. No es nada casual que la música de la ceremonia de asunción del mando de la flota combinada por parte del almirante Isoroku Yamamoto (1939), con la que comienza la película de referencia, fuera el Umi Yukali, himno que, lo mismo que el código Bushido, exalta la sumisión y el sentido de morir por el emperador.
El mecanismo de los hechos
Basada en el libro de Gordon Prange (1910-1980), historiador y profesor de la Universidad de Maryland, que investigó el ataque a Pearl Harbor a lo largo de diez años y, con la gestión del general Mc Arthur, estuvo destacado en Japón como historiador durante la inmediata posguerra, la película mencionada no es un film bélico sino la puesta en escena de un relato documental, narrado desde los dos bandos. A lo largo de su acción son enumerados los distintos elementos del curso de hechos que, en una indeclinable serie causal, dieron por resultado un ataque que cambió el curso de la guerra y de la vida ulterior en el Japón. Por empezar, significó que Estados Unidos se sumara a la guerra en Europa y también en el escenario del Océano Pacífico, rompiendo la fuerte posición aislacionista respecto a la intervención norteamericana en la guerra.
Los hechos políticos condicionantes están dados por la firma por parte de Japón del pacto tripartito (con Alemania e Italia), el 27 de septiembre de 1940, con lo cual pasó a formar parte del eje y dejó de ser aliado de Estados Unidos.
El gobierno americano pensaba que la entrada de los Estados Unidos en la guerra se produciría en el escenario bélico europeo.
La invasión japonesa de la Indochina Francesa es otro hecho político decisivo, porque, a no ser que hubiera un acuerdo con Estados Unidos para dejar actuar al imperio en el océano pacífico, ello significaba que la guerra sería inevitable.
Un hecho estratégico muy relevante fue el envío, en septiembre de 1940, de la flota norteamericana desde su sede de San Diego a la base de Pearl Harbor, en la Isla Oahu, en el archipiélago de Hawai. Estados Unidos buscaba fortalecer la situación de sus territorios en dicho escenario. En lugar del valor disuasivo de las ambiciones expansionistas japonesas que se esperaba lograr, Japón lo consideró una amenaza.

El almirante Isoroku Yamamoto había sido agregado naval en Estados Unidos y estudiado en Harvard entre 1919 y 1921. Profundo conocedor del pot
El almirante Isoroku Yamamoto había sido agregado naval en Estados Unidos y estudiado en Harvard entre 1919 y 1921. Profundo conocedor del potencial industrial del país y de la idiosincrasia americana, era contrario a una guerra contra el país que tanto conocía y admiraba y consciente de que si el enfrentamiento era inevitable, el Japón no tenía ninguna posibilidad de victoria. Pensó que, en ese caso, destruir la flota americana en Pearl Harbor, antes de que pudiera actuar sería la única posibilidad de acción de Japón. Según sus cálculos, ello permitiría al imperio poder operar exitosamente en el escenario bélico durante unos seis meses, para conquistar los territorios del pacífico y que al cabo de ese tiempo, Estados Unidos se viera obligado a negociar la paz. Para ello, como una cuestión de honor, Yamamoto –tal como lo indicaba el código samurái- consideraba que debía existir un aviso previo a las hostilidades.
En una misión nocturna, el 11 de noviembre de 1940, los británicos llevaron a cabo un ataque nocturno con aviones biplanos Fairey Swordfish, que despegaron desde el portaviones Illustrous. Armados con torpedos hundieron 3 acorazados en las aguas poco profundas de Tarento, Japón; diezmando a la flota italiana. Dicha operación hizo temer al Almirante James Richardson –comandante de la flota americana hasta febrero de 1941, fecha en que fue relevado del comando por Roosevelt ante su postura crítica al traslado de la fuerza de San Diego a Pearl Harbor- e inspiró Yamamoto para su plan de ataque.
Los japoneses eran expertos fabricantes de torpedos y concibieron mecanismos direccionales que los hicieran efectivos en las aguas de escasos 12 metros de profundidad de Pearl Harbor. Se trataba de una técnica arriesgada y no convencional: ese fue uno de los elementos que hicieron sorpresivo el ataque, ya que se pensaba que cuando fuera a producirse tal ataque sería llevado a cabo por acorazados en mar abierto y no por aviones, que, lo mismo que los portaviones, hasta entonces no eran un arma decisiva sino un elemento de apoyo.
El Estado Mayor no estuvo inicialmente de acuerdo con el plan de ataque de Yamamoto. El almirante amenazó entonces con renunciar. Bajo esa presión, el plan fue aprobado recién el 5 de noviembre. De inmediato comenzó el largo entrenamiento de los pilotos –que debían efectuar los lanzamientos desde muy baja altura para evitar que los torpedos se hundieran demasiado al tomar contacto con el agua- en la Bahía de Kinko, similar en conformación a Pearl Harbor.
El capitán Minoru Genda desarrolló el plan de ataque y el comandante Mitsuo Fuchida, que había estado a cargo del largo entrenamiento de los pilotos, lo dirigió desde un avión torpedero Nakajima. Gordon Prange entrevistó a ambos unas 70 veces durante su estadía en Japón. El episodio 6 del documental británico The world at war (1973) incluye las versiones de estos dos oficiales.
Mientras el embajador japonés en Estados Unidos Kichisaburō Nomura y el enviado especial Saburu Kurusu (que fue quien, en representación del Japón firmó el pacto tripartito en Berlín, por el cual Japón se unió a las fuerzas del Eje) llevaban a cabo gestiones diplomáticas ante el gobierno de Estados Unidos para lograr el levantamiento del embargo petrolero a cambio de detener el avance sobre Indochina, la flota de ataque (Kidō Butai), comandada por el contralmirante Chuichi Nagumo –compuesta por los portaviones Akagi, Kaga, Sōryu, Hiryu, Shōkako y Zuikaku, dos acorazados, dos cruceros pesados, tres cruceros, nueve destructores y tres submarinos, partía de la bahía de Hitokappu, en el archipiélago de las islas Kuriles.

Deberían navegar durante once días sin ser detectados, bajo un estricto silencio y recurriendo a señales luminosas a lo largo de las 3.500 millas que separaban la bahía de Hitokappu de la isla Oahu, y poder regresar.
El hecho de que mientras Japón llevaba a cabo “negociaciones” (solamente dilatorias) con Estados Unidos mientras el ataque ya se encontraba en proceso de ejecución, pesaría fuertemente en el modo en que fue llevada adelante la respuesta americana a la agresión.
Ante la posición japonesa el 26 de noviembre de 1941 el Secretario de Estado Cordell Hull emitió la nota que lleva su nombre, que declaraba que Japón dejara China o se “atuviera a las consecuencias”. El 2 de diciembre, habiendo expirado el período de negociaciones diplomáticas, fue transmitida a la fuerza de tareas la consigna: “Escalen el monte Niitaka” que significaba que la operación seguiría adelante.
“Operación magia”
Desde la década de 1920 los Estados Unidos desarrollaron técnicas para descifrar los mensajes japoneses.
Tal como lo recrea la película de referencia, la marina contaba en 1941 con personal especializado en descifrar los mensajes entre el gobierno de Tokio y sus embajadas. En la película aparece una vasta y ajetreada oficina dedicada a esta tarea. En la realidad se trataba de un piso entero con una dotación de 200 personas en la sede de la fuerza naval, en Washington.
Los criptógrafos lograron ir descifrando los distintos sistemas de códigos –que fueron sucediéndose, con complejidad creciente, a lo largo de la década del 30- y si bien recibían los mensajes -y los decodificaban y traducían- más rápidamente que las propias embajadas, se trataba de comunicaciones diplomáticas y no de las militares, con lo cual, en gran medida se carecía de una visión integral acerca de la real gravedad de la situación.
A dicha actividad de desciframiento se le llamó “Operación magia.” Washington contaba con cuatro máquinas de descifrar mensajes, la base de Filipinas con una, pero Pearl Harbor no tenía ninguna.
El tráfico de mansajes diplomáticos fue muy intenso durante todo este período. No obstante y pese a la intensa actividad de espionaje en Oahu, se suponía que las referencias a la actividad militar expresaban un interés general y no que en realidad formaban parte de un plan de ataque.
La operación japonesa fue un secreto hasta que la fuerza de tareas combinada se encontró próxima a su objetivo y sólo hay referencias a su desplazamiento en informes de inteligencia naval pero no en las comunicaciones interceptadas.
Finalmente, Tokio envió a la embajada el aviso de que el 6 de diciembre se recibiría un extenso mensaje en 14 partes, de las cuales, a la hora 21 de Washington, habían sido recibidas 13. La siguiente lo sería el domingo 7. Se interpretó que ello significaba una especie de ultimátum, pero nada mencionaba acerca de dónde sería el ataque, que el Estado Mayor supuso que se produciría en las Filipinas, Manila, la península Kra o Borneo.
Alertada la sección de inteligencia naval, el Teniente Comandante Alvin D. Kramer, puso tal circunstancia en conocimiento del presidente Roosevelt, quien envió un mensaje personal al emperador instándolo a reanudar la vía diplomática. Dicho mensaje fue demorado por el sector del gobierno japonés que apoyaba el ataque durante diez horas y media
Finalmente, a las siete de la mañana del domingo 7, hora de Washington, fue interceptada por el Coronel Ruffus Bratton –afectado a la operación y quien había previsto que se produciría el ataque- la última parte del mensaje, que constituía un ultimátum y que era acompañada por dos comunicaciones anexas, una que establecía que fuera entregada al Secretario de Estado exactamente a la hora 13 y otra que disponía que inmediatamente después fueran destruidas las máquinas de descifrar mensajes y las comunicaciones secretas previas entre el gobierno y las embajadas.

El Coronel Bratton de inmediato se puso en comunicación con el General George Marshall, Jefe del Estado Mayor, quien debió viajar al efecto desde Fort Myer, en Arlington, Virginia, e inmediatamente fue emitido un aviso de alerta. Por falta de conocimiento de la gravedad de la situación por parte del centro de informaciones y problemas climáticos fue transmitido por telegrama, al cual no se le dio la categoría de urgente. Dicho mensaje llegó a su destino en medio del ataque, lo mismo que el ultimátum que debían entregar Nomura y Kurusu, que, a diferencia de la inteligencia americana, desconocían que sería llevado a cabo un ataque; en dicha ocasión es conocida la circunstancia de que Cordell Hull los echó de su despacho.

Desde febrero de 1941 la base de Pearl Harbor, con 187 navíos y un equipamiento y presupuesto menor que otras instalaciones, y los aeródromos subsidiarios, estaba a cargo del almirante Husband Kimmel –jefe de la fuerza naval- y del general Walter C. Short –jefe de la base-, quienes, al producirse la ruptura de las negociaciones, habían recibido una serie de ambiguos mensajes de Washington que, sin aclarar demasiado la situación, los instaban a tomar medidas de seguridad.
La principal preocupación del general Short, dado el elevado número de japoneses que residía en Oahu, era el sabotaje. Por ello dispuso el estacionamiento de los aviones a la vista, lado a lado, lo cual, al producirse el ataque, tuvo funestas consecuencias, ya que los hizo doblemente vulnerables al raid.
El ataque

La fuerza de tareas llegó al punto de lanzamiento, a 220 millas de la isla de Oahu sin ser detectada.
El informe de inteligencia había establecido que los portaviones –afectados a misiones de transporte de aviones a otras bases- blancos principales de la operación, no se encontraban en la Pearl Harbor, no obstante, se decidió proseguir con el ataque.
La noche del 6 de diciembre los pilotos japoneses hicieron un brindis ritual: era la última ocasión en que estarían todos juntos.
A las 6:20 del día siguiente despegó la primera oleada de 183 aviones. El primero en decolar lo hizo desde el portaviones Akagi, buque insignia de la fuerza de tareas, fue el caza Mitsubishi zero tripulado por el capitán de corbeta Shigeru Itaya, jefe del grupo de 42 aviones caza, encargados de ametrallar instalaciones y proteger a los aviones bombarderos y torpederos. El primer torpedero Nakajima, con el comandante Fuchida a bordo, despegó poco después, junto con los otros 48 aviones torpederos. Luego lo hizo el capitán de corbeta Kakuichi Takahashi desde el portaviones Shokaku en el primer bombardero Aichi. La primera oleada fue completada con los otros 40 torpederos que despegaron del Akagi al mando del capitán Shigerahu Murata.
A las 7:15 despegó una segunda oleada de 170 aviones, bajo el mando del capitán Shizekazu Shimazaki, con asiento en el Zuikaku. Treinta cazas zero quedaron para proteger a la fuerza de ataque.
El destructor Ward detectó, a las 6:45, la presencia de un mini submarino[1] que intentaba colarse a Pearl Harbor entre el destructor Antares y el blanco que remolcaba y, luego de habérsele hecho los primeros disparos de las hostilidades, fue hundido por el segundo de los dos disparos de artillería que le fueron efectuados, sucedidos por dos cargas de profundidad. Hecho el aviso al centro de informaciones de que un submarino había sido atacado dentro de la zona de seguridad el capitán a cargo no le dio importancia y no fue emitida ninguna alerta.
Hacia las 7 de la mañana el soldado George Elliot captó, en la instalación experimental de radar de Punta Opana, al norte de la isla, una amplia formación de aviones a 145 millas que volaba en dos grupos. Se comunicó con el Centro de Informaciones y el Teniente Tyler, sin verificar la información, le contestó que no se preocupara, suponiendo que la señal correspondería a los 12 aviones B 17 que venían de California.
Tanto los aviones enemigos como los B 17, liderados por el mayor Truman Landon, se orientaron por la señal de radio de Honolulu, que había transmitido durante toda la noche para ayudar a orientar a los bombarderos que venían del continente.
Cuando a eso de las 7:50 llegaron los aviones japoneses de la primera oleada encontraron que no había aviones de patrulla ni indicios de fuego antiaéreo[2]. Fuchida entonces radió el aviso: “Tora, Tora, Tora”, que significaba que el efecto sorpresa en que se basaba la operación había sido logrado.
A las 7:55 Takahashi, liderando los aviones torpederos de los portaviones Kaga y Akagi, atacó los aeródromos Wheeler y Hickam, del ejército y luego las instalaciones de Ford Island, cerca de Battleship row, la línea donde estaban anclados los navíos.
A los siete minutos de comenzado el ataque ya se habían producido enormes daños y grandes columnas de humo espeso ascendían al cielo.
El primer blanco fue el Utah. Le siguieron el Helena, Oglala, Raleigh, Nevada, Arizona, Tennesee, West Virginia, Maryland, Oklahoma y California y una serie de navíos de menor envergadura.
Debido a que la munición era guardada en el interior de los buques, debió ser transportada a mano hasta las piezas antiaéreas, lo cual, sumado a la sorpresa, demoró la respuesta del fuego, que, pese a todo, a poco de comenzar el ataque fue muy nutrido, a grado tal que fueron derribados –por ese medio y por el ataque de seis cazas P 40- 29 aviones japoneses, de ellos, 18 eran torpederos del Kaga, con un resultado de 55 bajas.
La primera oleada fue completada a las 8:30; es decir, unos cuarenta minutos de ataque. A las 8:55 arribó la segunda. Los B 17 que llegaban desde el continente, sin municiones ni combustible, se encontraron en medio del ataque de la segunda oleada, que bombardeó, ya bajo nutrido fuego antiaéreo, Hickam, Fort Island, Bellows y Kaneohe.
La película Tora, Tora, Tora no registra el lanzamiento de la segunda oleada pero sí su llegada a los aeródromos subsidiarios.
Tal como lo recrea la película, en el curso de la segunda oleada lograron despegar aviones caza P 40 desde Haleiwa field, que produjeron numerosos derribos. Se destacaron los tenientes Keneth Tylor y George Welch.
Poco después de las 8 una primera bomba impactó en la cubierta del Arizona y llegó hasta un alojamiento de oficiales. Un minuto más tarde, se produjo un nuevo ataque y una de las bombas, luego de atravesar cuatro cubiertas, estalló en el polvorín del acorazado y se produjo una explosión de tal magnitud que el buque se hundió en nueve minutos. Perecieron allí 1107 hombres (la pérdida más grande en la historia naval norteamericana), muchos de ellos, eran hermanos. Las dotaciones con hermanos eran algo corriente en esa especie de ciudades que eran los buques de guerra.
Hacia las 10 el ataque había finalizado, dejando un total de 2403 muertos de las distintas dotaciones y 48 civiles, muchos de ellos víctimas de fuego amigo. Hubo asimismo 1178 heridos.
No obstante, no fueron destruidos los depósitos de combustible ni los diques secos, con lo cual la base volvió a ser operativa poco después.
Fuchida intentó que despegara una tercera oleada para tratar de buscar a los portaviones, que no se encontraban en la base, pero el vicealmirante Nagumo decidió regresar para preservar la fuerza de ataque, vital para la guerra que acababa de comenzar. Los buques cisterna ya navegaban al punto de encuentro para reabastecer a la flota, que se hallaba a distancia operativa de los aviones con base en tierra. De prolongarse la operación podría finalizar en las horas de la noche, a diferencia de los británicos, los aviones japoneses no podían en todos los casos operar en vuelo nocturno.
No obstante, de haber sido completada, la tercera oleada hubiera tenido efectos mucho mayores sobre la operatividad de flota y alargado la guerra.
Los navíos en general fueron reflotados y la actividad reanudada poco después.
Las consecuencias
Al saber que el ultimátum había sido entregado 50 minutos después de iniciado el ataque y no media hora antes, lo que equivalía a que no se tratara de una guerra franca y honesta, Yamamoto dijo que nada podría enfurecer más a los norteamericanos. También muchos de los pilotos consideraron que el ataque había sido deshonroso.
La película concluye con la famosa frase que se atribuye al almirante Yamamoto: “Me temo que sólo hemos logrado despertar a un gigante dormido y llenarlo de un terrible propósito.”
Al día siguiente, en su famoso discurso Roosevelt señaló a la fecha del ataque como la de la infamia.
El ataque logró unir a una nación dividida e iniciar una guerra sin misericordia.
Pese a proseguir su expansión hasta junio de 1942, Japón debió sufrir los primeros reveses ya en febrero, con el ataque a la avanzada de Rabaul; el 18 de abril con el primer bombardeo a Tokio, llevado a cabo por 18 aviones B-25 que despegaron del portaviones Hornet; el 7 de mayo con la batalla del Mar de Coral y entre el 4 y el 7 de junio con la batalla de Midway, en la cual los japoneses perdieron el grueso de su flota y comenzaron una guerra defensiva. Hacia 1944 las 31 unidades que integraron la fuerza de ataque a Peral Harbor habían sido hundidas.
El almirante Yamamoto fue blanco de una misión especial, el 18 de abril de 1943, decidida por el almirante Chester Nimitz tras ser descifrados mensajes con la máquina “magic” que daban cuenta del desplazamiento del almirante desde Rabaul para una visita en instalaciones en las islas Salomón y Nueva Guinea; en dicha misión una escuadrilla de 18 aviones P 38 especialmente equipados para volar la distancia de 1000 km de ida y vuelta, derribó al avión en que viajaba y a su escolta.
El contralmirante Nagumo se quitó la vida ante la derrota de Saipán, el 6 de julio de 1944. Luego de la toma de Iwo Jima los bombarderos B- 29, una nueva generación de aviones concebidos para el propósito de bombardear Japón, no corrían el riesgo de ser detectados por el radar y pudieron intensificarse los ataques y posibilitar que los cazas Munstang P 51 pudieran escoltar a los bombarderos. Ello significó que fueran llevados a cabo los ataques sistemáticos con bombas incendiarias que destruyeron Japón y produjeron uno de los mayores holocaustos contra la humanidad con los primeros ataques nucleares.
Uno de los pilotos atacantes sostuvo que de no haber sido el de Pearl Harbor un ataque a traición probablemente ese terrible holocausto no hubiera tenido lugar.
Si bien fue severamente dañada una gran cantidad de buques sólo dos acorazados (el Arizona y el Utah) se perdieron definitivamente. El resto pudo ser reflotado. También fueron destruidos 188 aviones y dañados 159. La base volvió a operar nuevamente al cabo de seis meses y el arma usada a partir de entonces contra los japoneses fue el portaviones, la misma que ellos habían utilizado para el ataque.
Yamamoto no consideró las consecuencias que el ataque podría tener a largo plazo y, como lo haría en Midway, confió en que ninguno de los muchos elementos de la compleja operación fallara. En ambos casos las consecuencias fueron más allá de lo previsible.
Los americanos, por su parte, fallaron en sus mecanismos de comunicación, al no revelar claramente al almirante Kimmel y al general Short la realidad de la situación, argumento que fue la base de su defensa en una de las ocho investigaciones iniciadas después del ataque.

Un hecho de esa magnitud no puede ser responsabilidad de dos comandantes sino de todo un sistema.
Más lejanamente, Pearl Harbor condujo al primer enfrentamiento nuclear.
El 2 de septiembre de 1945 Japón se rindió a bordo del acorazado Missouri, hoy anclado a muy poca distancia del Arizona, cuyo hundimiento marcó el comienzo de la guerra para Estados Unidos.
Eduardo Balestena
Referencias:
.Tora! Tora! Tora! Película. Dirig. Por Richard Fleischer; Kinji Fukusaku y Toshio
Masuda. Guión: Ladislas Farago, Gordon Prange, Larry Forrester, Ryzo Kikushima
.BBC The world at war, cap. 6, 1973.
.Tora, Tora, Tora, The true Story of Pearl Harbor. Escrita y dirigirda por Laura Veckal. The History Channel (Documental, 2000).
.Grandes épocas de la aviación, tomo 17 La guerra de los portaviones I. Time/Life, 1995
.The attack of Pearl Harbor. Thle Gilder Lehrman Inst. of. American History. www.gilderlehrman.org.
.Timeline. Secrets of war: breacking code. Decoding japanese messsages (documental)
.Japan´s war in colours (Documental, 2004)
Trailer de la película Tora Tora, Tora, 1970
[1] Los minisubmarinos, lanzados desde submarinos, tenían la misión de impedir cualquier escape de los buques atacados. Estaban dotados con acumuladores que sólo les permitían llegar a destino, pero no regresar; es decir que sus dos tripulantes estaban destinados al sacrificio, por lo cual su partida implicaba una suerte de ritual, ya que no volverían; ello era visto como un honor en la armada.
[[2] En esa primera incursión derribaron aviones civiles Piper J 3, ocasionando la muerte de sus tripulantes. También fueron atacados los hangares respectivos. En la película ello se ve parcialmente reflejado ante la aparición de un biplano Stearman haciendo un vuelo de instrucción.
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Muy buen artículo Eduardo, te felicito por la profunda investigación que hiciste!
Muchas gracias Claudio