Con apoyo de la Presidencia de la República, explicitamente de Comunicación Social, se ha generado la campaña para difamar en contra de periodistas y medios de comunicación.
esto se lleva cocinando varios meses, en el que hoy en día ejercer un periodismo crítico en contra de los intereses de unos cuantos, se ha puesto color rojo hormiga. Resullta que el Gobierno Federal contrato empresas editoriales, en su mayoría españolas y que son expertas, según se sabe, en el marketing y en la comunicación con el objeto de descalificar el trabajo periodístico que se viene realizando y que, al parecer, le incomoda a la presidencia o a el presidente.
Hablando reciamente sobre los intentos de sacar del aire a Carmen Aristegui no es un cuestionamiento menor. El que ha incomodado a algunos y estos estén dando golpes bajos dolosamente.
MÁS CLARO NI EL AGUA, querer desprestigiar, a base de descalificaciones a la periodista más acreditada de México hasta este momento.
“Aristegui, sin duda, es una de las voces más críticas que hoy se escuchan en todo el país y un referente obligado para entender la realidad política, por muy controvertida que parezca”.
Aristegui es la censura, lo ha vivivido en varias ocaciones; su salida forzada de Televisa por no tolerar sus críticas hacia el poder presidencial al que sirve la televisora; por tocar asuntos de la iglesia como la pederastia que la censura que ha enfrentado en distintos medios justamente porque los hombres del poder político no toleran que Aristegui de se denuncio del Padre Macel fundador de los Legionarios de Cristo. los casos corrupción y las complicidades que se tejen en la cúpula del poder presidencial (Monex, Pemexgate, wikileaks).
No se duda que detrás de esta campaña esté la mano aviesa de Televisa, pues Aristegui abrió los espacios de su noticiero para informar en tiempo y forma lo que estaba pasando en Nicaragua con la detención de algunos presuntos narcotraficantes que se identificaron como reporteros y empleados de Televisa, quienes incluso utilizaban los vehículos de esa empresa para transportar enervantes.
La confrontación con Televisa y con su conductor estelar, Joaquín López-Dóriga (el vocero presidencial) fue más que avidente, pues si no hubiera sido por Aristegui y el semanario Proceso nos hubiéramos tenido que tragar la mentira oficial difundida por Lopez-Dóriga desde su cabina de Chapultepec 18.
Es obvio que se trata de cuestionar el ejercicio periodístico de Aristegui como si ella fuera perfecta. Ningún periodista es perfecto en su trabajo porque justamente el periodismo no lo es. El periodismo pasa por lo humano y por ello no es ni puede ser perfecto. Los periodistas nos equivocamos, sin duda, y es de probos reconocer públicamente cuando cometemos un error.
No es gratuito que Aristegui sea hoy una de las periodistas con mayor credibilidad dentro y fuera de México y eso, sin duda, les pesa a muchos.
Aristegui ha ganado su espacio y la credibilidad que tiene a base de trabajo. Nadie le ha regalado nada a lo largo de su trayectoria. Trabajadora incansable, Aristegui vive para el periodismo, que es su pasión y su vida.
Desde mediados de este año corrió la versión de que desde la presidencia se orquestaba este plan perverso. Y es claro que el primer golpe bajo y sucio ya se asestó. Otro dato es que se prepara un libro en contra del semanario Proceso, el cual se está confeccionando en una editorial también española asentada en México, en el mismo tono difamatorio del que circulará en contra de Aristegui.
Este también es otro golpe sucio. Proceso es el semanario más crítico de México. Inquebrantable, su línea editorial se ha mantenido firme a lo largo de 37 años, desde su fundación en noviembre de 1976.
A lo largo de 20 años, Proceso fue dirigida por don Julio Scherer García, el periodista más reconocido por su larga trayectoria y por su trabajo crítico en contra del poder.
No cabe la menor duda de que a alguien (o a muchos) les pesa el trabajo de Aristegui y de Proceso, dos espacios que la sociedad necesita para pensar, reflexionar y tomar decisiones. A ningún gobierno le sirve una prensa aliada y servil. Ahí está el caso Televisa, que se pudre por su falta de credibilidad.
Hoy la sociedad requiere más que nunca de espacios de opinión y de información críticos. Que cuestionen las decisiones del poder, los tropiezos de los gobernantes que afectan los intereses de la sociedad toda.
Como ya se dijo, el periodismo ni los periodistas somos perfectos porque somos humanos. Pero quien le pega a un periodista y a un medio de comunicación que hace una labor informativa transparente, le pega a la sociedad.
Siguen presentes las palabras de Aristegui en la entrevista que concedió a Variopinto en su edición No. 10: “Quien asesina a un periodista, mata el derecho de la sociedad a estar informada”.
Retomando esa frase de Aristegui, bien podría decirse que quien golpea a un periodista y lo difama, también mata ese derecho de la sociedad a estar informada.